Rusia divide al G-8 al anunciar su veto a que Kosovo no sea parte de Serbia

Como en los mejores tiempos de la guerra fría, Moscú se enfrentó este miércoles, en el marco de un encuentro de ministros de Asuntos Exteriores del G-8 realizado en Postdam, a los principales aliados occidentales, al sugerir que vetara la propuesta de Naciones Unidas sobre el estatus de Kosovo cuando el documento llegue al seno del Consejo de Seguridad del organismo internacional. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov sugirió que las potencias internacionales debían abstenerse de decidir sobre el futuro de Kosovo y que correspondía a Pristina y Belgrado buscar un acuerdo. >El destino de Kosovo, el destino de Serbia no debe ser decidido en Nueva York, en Potsdam o en otras lugares, sino que debe ser decidido en conversaciones directas entre las partes<, dijo Lavrov, después de sostener un encuentro con sus colegas del G-8 realizado en Postdam Las declaraciones de Lavrov cayeron como un balde de agua fría en la delegación Alemana anfitriona del encuentro, que no ocultaba la esperanza de obtener el apoyo de Rusia para que el Consejo de Seguridad pueda tener vía libre para aprobar el documento, que fue elaborado por el enviado especial de Naciones Unidas para Kosovo