Apuesta por fijar la reducción en un foro que incluya a otros grandes contaminadores
EE.UU. impide un acuerdo del G-8 para limitar los gases invernadero
Bush intenta rebajar la tensión con Putin al afirmar que Rusia no es vista como una amenaza Bono cuenta co
La cumbre del Grupo de los Ocho se inauguró ayer en Heiligendamm, un antiguo balneario a orillas del mar Báltico, sin esperanzas de alcanzar un acuerdo en cifras sobre el clima y en medio de reminiscencias de la guerra fría entre EE. UU. y Rusia. La cita comenzó con mal pie para la anfitriona, la canciller Angela Merkel, quien aspiraba a conseguir el respaldo de George W. Bush a un acuerdo para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050 y limitar el alza de la temperatura global a un umbral científico clave de dos grados. Pero EE. UU., que no ha ratificado el Protocolo de Kioto, abortó ayer un posible pacto en el G-8 con metas concretas para la reducción del CO2, al enfatizar que esos objetivos sólo pueden fijarse en un foro en el que estén presentes China, India y otros grandes contaminadores.Durante un almuerzo que duró una hora y media, tanto Bush como Merkel intentaron disfrazar, durante un breve encuentro con la prensa, sus diferencias con palabras amables y promesas que posiblemente no verán la luz cuando finalice la cumbre. Bush expresó su deseo de «trabajar con (el G-8) sobre un acuerdo pos Kioto» para alcanzar «objetivos esenciales» como la reducción de las emisiones de CO2. Junto a él Merkel aseguró que veía «bastantes posibilidades de alcanzar una posición común», pero no habló de números.Poco antes, Jim Connaughton, el principal asesor ambiental de Bush, había anunciado que el comunicado final de la cumbre no incluirá límites específicos a la emisión de gases, sin haber entablado antes negociaciones con China, India, Brasil, México, Sudáfrica, entre otros países. Por lo tanto, Angela Merkel tendrá que conformarse con un acuerdo de mínimos. El primer ministro japonés, Shinzo Abbe, se apuntó a la posición norteamericana. En el otro extremo, esta el bloque europeo que apoya la tesis de la canciller alemana. Entre ellos el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ayer reiteró su deseo de lograr en la reunión «un objetivo en cifras» en la lucha contra el cambio climático, tras reunirse con Merkel.La anfitriona inauguró la cumbre a las 19.00 horas y luego agasajó a sus invitados con un ágape. El ambiente en esa cena informal, en una hacienda barroca perdida en la campiña alemana, se anunciaba crispado en varios frentes: la independencia de Kosovo y el proyecto de EE.UU. de extender su escudo antimisiles a la República Checa y Polonia. Tras sus críticas del martes, el presidente norteamericano trató ayer de amainar el temporal con un mensaje claro: ni Rusia es una amenaza para Europa, ni el escudo antimisiles estadounidense lo es para los rusos, y piensa explicárselo personalmente al presidente Vladimir Putin durante el encuentro que mantendrán hoy. «Rusia no va a atacar Europa» y «no hay necesidad de una reacción militar» porque los occidentales no están en guerra con Rusia», dijo Bush. Merkel, por su parte, abundó en ello, al afirmar que «la guerra fría terminó» y citó como prueba el hecho de que Rusia forme parte del G-8. Tanto el primer ministro británico, Tony Blair, como Sarkozy, tienen previsto mantener conversaciones francas con el líder ruso.