El G-8 promete a África 60.000 millones de dólares para sanidad
Los ocho líderes de las naciones más poderosas del planeta pusieron fin ayer a una cumbre de tres días en la localidad alemana de Heiligendamm con una buena noticia para África, al prometer un ayuda de 60.000 millones de dólares para combatir el sida, la malaria y la tuberculosis en el continente, pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre la provincia serbia de Kosovo. El balance de la cumbre fue calificado, como era de esperar, como «exitoso» por la canciller Angela Merkel, pero la anfitriona del encuentro tuvo que admitir, de mala manera ante la prensa que el futuro de Kosovo había sido el único tema sobre el que no se alcanzó un consenso. Evitó dar detalles de los motivos y no mencionó que el acuerdo fracasó a causa de la férrea resistencia que opuso Vladimir Putin, a una oferta que presentó Nicolas Sarkozy el jueves pasado. Durante un encuentro bilateral, el presidente francés propuso a su homólogo ruso una pausa de seis meses en el proceso diplomático en marcha, durante el cual los principales actores, serbios y albaneses, debían reiniciar las negociaciones para buscar un acuerdo entre ellos. Si no lo lograban, el plan de la ONU para la provincia debía ponerse en marcha . Pero la cumbre fue algo más que Kosovo. Sarkozy anunció una reunión ministerial sobre Darfur en París el 25 de junio, después de que el G-8 pidiera que se actuara contra las «atrocidades » en esa región. En cuando a África, los integrantes del G-8 se comprometieron a cumplir las promesas de ayuda contraídas en su cumbre de hace dos años en Gleneagles, a la vez que subrayaron que este apoyo va supeditado a una serie de condiciones. «Conocemos nuestras responsabilidades y cumpliremos con nuestras obligaciones», dijo la canciller. «Pero también esperamos que se pueda controlar lo que lo países han cumplido y lo que no», añadió al poner énfasis en que la ayuda vaya supeditada a que los receptores demuestren buen gobierno. Diversas oenegés criticaron el acuerdo. Según Oxfam, las cuantías del programa son sólo aparentemente elevadas y haciendo cálculos se quedan en poco. Stop Aids criticó que el G-8 no especificó en qué plazo quieren desembolsar esos 60.000 millones.