Cerrar
Publicado por
Juan Oliver - corresponsal | bruselas
León

Creado:

Actualizado:

En:

La carta de dimisión que le presentó ayer al rey Alberto II el ya ex primer ministro, el liberal Guy Verhofstadt, constituye el primer paso para la renovación del Gobierno belga tras las elecciones legislativas del domingo, que concluyeron con la victoria de los democristianos flamencos de Yves Leterme. Pero lo más probable es Verhofstadt tenga que mantenerse en el cargo varias semanas, incluso meses, hasta que den frutos las negociaciones para formar un nuevo Ejecutivo, que se aventuran largas y muy complicadas. El renovado Parlamento es una verdadera sopa de letras, con diputados de diez formaciones distintas, cinco de ellas flamencas y cinco valonas. Poner de acuerdo a un mínimo de 76 congresistas para que apoyen a Leterme no parece tarea fácil, más aún teniendo en cuenta que el Gobierno debe respetar estrictos criterios de paridad, con el mismo número de ministros de una y otra comunidad. El mayor problema para Leterme, que ha centrado su campaña en la promesa de dotar de más autonomía a Flandes, es que goza de nulas simpatías en Valonia, lo que podría suponer un peligro para el futuro de las formaciones francófonas que aceptaran aliarse con él. Tanto el Movimiento Reformista, que ha arrebatado la primera posición a los socialistas de Valonia, como los pujantes liberales del CDH, se verían abocados a apoyar, o al menos a no oponerse, a una reforma constitucional por la que suspiran los flamencos, pero que levanta ampollas entre la población valona.