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Empiezan en Bruselas las reuniones para redactar el texto que sustituirá a la Constitución

Polonia insinúa más objeciones al Tratado de la Unión Europea

Varsovia sugiere que no se comprometerá a cumplir la Carta de Derechos Fundamentales

La canciller israelí, Tzipi Livni, y Tony Blair, ayer en Jerusalén

Publicado por
Juan Oliver
León

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No es un órdago a la grande como el de hace unas semanas, pero Polonia sigue apostando por dar quebraderos de cabeza a sus socios comunitarios poniéndole pegas al nuevo Tratado de la UE, llamado a sustituir a la frustrada Constitución. Todo parecía resuelto tras la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del mes pasado, pero ayer, cuando los ministros de Exteriores inauguraron oficialmente en Bruselas las reuniones técnicas para acordar la redacción del texto, la delegación polaca lanzó un nuevo envite: Varsovia aún no ha decidido si asumirá la Carta de Derechos Fundamentales, una declaración de principios elementales de respeto a las libertades ciudadanas que, según el acuerdo de junio, no figurará en el texto, pero vinculará a todos los estados salvo al Reino Unido. La ministra de Exteriores polaca, Anna Fotyga, fue la única que tomó la palabra cuando la presidencia portuguesa entregó a los Veintisiete el borrador del tratado, al que los técnicos deben dar ahora la correcta forma jurídica que precisa un documento de esas características. Y aunque Fotyga aseguró que su país afronta con espíritu constructivo las reuniones, enumeró más demandas del Gobierno que encabezan los hermanos Lech, ­presidente, y Jaroslaw Kaczinsky, primer ministro. La más llamativa es la autoexclusión polaca de la Carta de Derechos Fundamentales, y no porque suponga un gran obstáculo después del precedente británico, sino porque los Kaczinsky no había mencionado esa posibilidad en la cita de junio. Pero no es la única traba: Polonia reclama también que los instrumentos destinados a suavizar el nuevo reparto de poder entre los países, y que le permitirán retrasar cuatro meses las decisiones adoptadas por mayoría cualificada, figuren en el articulado del texto y no en una declaración adjunta. La verdad es que el documento que presentó la presidencia lusa al Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores es un buen reflejo de cómo funcionan las cosas en la Unión Europea, y de la esmerada ingeniería redaccional que ha tenido que emplear Portugal para contentar a todos los socios: el borrador tiene 145 páginas, pero va a acompañado de dos anexos con declaraciones y protocolos que suman otros 132 folios. Moratinos El español, Miguel Ángel Moratinos, aseguró que la propuesta portuguesa es «satisfactoria» para España, y restó importancia a las nuevas aspiraciones polacas: «La sensación general es que han intervenido más por la forma que por otra cosa», declaró. Su colega luso, Luis Amado, abundó en esa idea y destacó que Varsovia mantiene una actitud «positiva y constructiva», aunque no descartó que pueda haber conflictos de aquí al 18 de octubre, cuando está previsto que los líderes de la UE aprueben formalmente el tratado: «No estoy diciendo que no vayamos a tener problemas políticos, pero ahora es prematuro decirlo», afirmó.