Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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EL GRUPO EADS (donde hay una considerable participación española) confirmó ayer con toda naturalidad lo que todo el mundo daba por hecho: Libia ha suscrito con Francia un precontrato por el que recibirá misiles anticarro 'Milán' y un avanzado sistema de comunicaciones de uso militar. El total ascenderá a 296 millones de euros. Esto es lo que los franceses llaman irónicamente 'une coquette somme' y la emoción, un poco artificial es verdad, suscitada por la transacción es que se la relaciona con la liberación el 24 de julio de las enfermeras búlgaras y el médico palestinos retenidos durante ocho años en Libia acusados de haber infectado a cientos de niños con el virus del sida. Así pues, al gobierno del activísimo presidente Sarkozy se le acusaría de los siguientes cargos: a) haber 'robado el show' a la UE y los esfuerzo en curso, a punto de culminar para apuntarse el tanto de la libertad de los pobres detenidos y condenados a muerte en primera instancia; b) de haber aceptado, de hecho, la venta de equipo militar al régimen del coronel Gaddaffi como parte del arreglo; c) de mentir al negar que hubiera contrapartidas materiales para blindar el éxito de la negociación. Nada impide ahora, es verdad, vender equipo militar a Libia, un país que abandonó sus veleidades revolucionarias de exportación, llegó a un acuerdo sobre el sabotaje del Jumbo de Lockerbie (con millonarias indemnizaciones incluidas) y, lo que buscaba Washington con más ahínco, renunció a toda veleidad nuclear. Anoten aquí, en este momento preciso, que los norteamericanos no han criticado para nada la conducta francesa. El asunto es una prestación de libro en los registros, tan prosaicos y prácticos, de la política internacional y donde tiene otra dimensión es en el escenario francés. Ahí sí pagan Sarzkozy y su ministro de Exteriores, el ex socialista Bernard Kouchner, su primer desgaste serio y la oposición ha entrado en tromba por la brecha abierta y clama por una comisión que aclare los términos de lo que llama

. Sarkozy, abiertamente, está dispuesto a innovar y tiene prisa. Tanta que los observadores veteranos sugieren que, como otros políticos y en otras latitudes, está cometiendo el error de confundir actividad con agitación.
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