Conflicto mundial de intereses
Los rusos fueron los primeros en pedir la soberanía del Polo Norte y a ellos se unen ahora Canadá, Noruega, Dinamarca y Estados Unidos desatando un gran debate internacional
Histórico o espectáculo. Con esas dos palabras se podría definir la llegada de los rusos a las profundidades del Polo Norte hace dos semanas. Para Rusia, lo primero. Para Canadá, lo segundo. Los americanos adelantaron a los rusos en la carrera espacial por llegar a la Luna, y parece que éstos últimos no están dispuestos a que eso vuelva a suceder. ¿Y qué han hecho para ello? Descender a más de 4.000 metros de profundidad, concretamente a 4.261. ¿En dónde? Justo debajo del Polo Norte. Allí se posaron dos batiscafos, bautizados con los nombres de Mir-1 y Mir-2, en una hazaña sin precedentes. Eso sí, tocaron suelo tras casi tres horas de inmersión. «Tocar el fondo a semejante profundidad es como dar el primer paso en la Luna», manifestó uno de los tripulantes. Al igual que hicieron Armstrong y Aldrin hace 38 años en suelo lunar, la expedición rusa colocó una bandera de su país. Fue, obviamente, gracias a un brazo mecánico, que también sirvió para recoger muestras del terreno. Objetivos Además del distintivo tricolor, de un metro de altura y de titanio -para que así resista a la corrosión-, una cápsula con un mensaje y una placa conmemorativa quedaron en las profundidades del polo para futuras visitas. Según palabras de Artur Chilingárov, uno de los tripulantes del Mir-1 y, a su vez, vicepresidente de la Duma -la Cámara baja del Parlamento ruso-, el suelo del Polo Norte es de color amarillento, y no divisaron habitantes de las profundidades marinas. ¿Y qué pretenden los rusos con la llegada a las profundidades del polo? Reclamar la soberanía y los derechos sobre el Ártico. Algo que, a priori, parece no tener interés ni importancia, pero que, a tenor de los hechos, sí que lo tiene. ¿Por qué se quieren poseer esos derechos? Pues por una razón muy sencilla: varios estudios estiman que esa zona -que abarca una superficie de 1,2 millones de kilómetros cuadrados- tiene una cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos. O lo que es lo mismo, diez mil millones de barriles de oro negro. Tampoco se descarta la existencia de oro, diamantes y platino en ese territorio. Por otra parte, algunos expertos consideran que la riqueza en petróleo y gas no es tan vasta como se cree, y que los altos costes de la operación y las dificultades en los trabajos con las condiciones existentes en el océano Ártico, no compensarían los posibles beneficios.Pero esos escollos en las operaciones a tal profundidad podrían desaparecer con el tiempo. El motivo: el tan nombrado últimamente cambio climático. En las dos últimas décadas, los hielos del Ártico se han reducido en un 20%, que irá a más en el futuro con el calentamiento. Si juntamos esa razón a los progresos técnicos, la explotación en esa zona será más sencilla. Incluso hay estudios que afirman que en el 2050 la navegación en el estrecho de Anián será posible durante todo el año. Otros países Lo que muchos calificaban de disparate ruso, parece que han cambiado de opinión. Canadá fue el primero en criticar a Rusia afirmando que «ya no estamos en el siglo quince para plantar banderas y reivindicar territorios». Eso sí, se gastarán 7.000 millones de dólares en la construcción de ocho buques patrulleros. De Dinamarca ya ha partido una expedición que cartografiar el fondo marino del norte de Groenlandia; y los americanos han enviado un buque para trazar un mapa del lecho marino. El próximo en apuntarse a la lista podrían ser los noruegos Todos quieren reclamar la soberanía del Ártico. Rusia y Dinamarca pretenden demostrar que la cordillera submarina Lomosonov, que se extiende de Siberia a Groenlandia, es una prolongación de sus territorios. Eso les permitiría reivindicar ese lugar. Un nuevo conflicto, en este caso en las profundidades, surgirá con el paso del tiempo.