Diario de León

Algunos damnificados reconocen haberse apoderado de ayuda humanitaria por la fuerza

Perú refuerza la seguridad para evitar saqueos y vandalismo

Los habitantes de Chincha han bloqueado sus calles con piedras y troncos ante los asaltos

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M.L. Palomino /M. Bazo - chincha
León

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El Gobierno de Perú decidió ayer redoblar la seguridad en las zonas afectadas por el terremoto del miércoles con el despliegue de unos 600 soldados, que se sumarán a los 400 que ya están en las tres localidades, según anunció el ministro de Defensa, Allan Wagner. «Mi obligación es poner orden en el país y orden vamos a poner hoy día, cueste lo que cueste », dijo el presidente Alan García a la prensa de Perú. Además, condenó los saqueos y asaltos y aseguró que las fuerzas de seguridad tienen «la orden de actuar con más severidad y que se atengan a las consecuencias aquellos que estén causando vandalismo y pillería». La sensación entre la población de esas ciudades es de inseguridad. En Chincha, muchos han bloqueado sus calles con piedras, troncos y hasta muebles para evitar los saqueos de turbas, como ya ha sucedido. «En las noches han venido a asaltarnos. La policía sólo está cuidando a los que tienen dinero», dijo a Reuters Zacarías Quispe, de 42 años, quien, con un palo en la mano, vigilaba la entrada a su calle. Así como él, decenas de pobladores armados con piedras y palos resguardan sus bienes. Incluso un grupo está protegiendo el cementerio de la ciudad, donde algunos delincuentes robaron lápidas y estatuas. Entre saqueadores Para algunos, quienes están detrás de los asaltos son los presos que escaparon de un penal que colapsó tras el terremoto. Otros, sin embargo, reconocen haberse apoderado de ayuda humanitaria por la fuerza: «No puedo mentir. Pasan los camiones con ayuda y la misma angustia de ver que pasan y no nos dejan nada ha hecho que los paremos y saquemos las cosas», dijo una afectada de 65 años. Entre Chincha y Pisco el tránsito es muy lento por las grietas y el colapso de la carretera, a cuyos bordes se encuentran decenas de personas clamando por alimentos y agua. Muchos van pidiendo algo de comer y otros han empezado a hacer las denominadas «ollas comunes», para poder alimentarse.

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