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Testigos de la masacre a los chiíes endurecen la acusacióncontra ElQuímico

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colpisa | bagdad

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El juicio por la represión en 1991 de una revuelta popular de chiíes en el sur de Irak contó ayer, en la segunda jornada del proceso, con durísimas declaraciones de testigos de la masacre. El principal acusado, Alí Hassan al Majid, alias El Químico, comparece desde el martes junto a otros 14 inculpados ante el Alto Tribunal penal iraquí, en la ultraprotegida Zona Verde de Bagdad. Uno de los primeros testigos fue el profesor Iyad Abdel Zahra Ashour, que explicó que fue detenido junto a 300 personas, entre ellas una chica de 14 años. «Majid mató a tres y abatió a la joven cuando ella intentó hablarle», relató. Se calcula que el régimen baasista masacró a 100.000 habitantes del sur de Irak, en su mayoría de origen chií, cuando Alí el Químico era ministro del Interior. Tras la invasión estadounidense de Irak en 2003 se descubrieron decenas de fosas de cadáveres de chiíes -que representan el 60% de la población del país-, fallecidos durante esa represión. Esos hallazgos y los 90 testimonios previstos constituyen las principales pruebas de este juicio. Asesinatos y destrucciones Un aldeano, Kamil Kanun Abu al Heil, de 76 años, declaró que las tropas de élite iraquíes le arrestaron junto a otros vecinos de Medeina poco después de iniciarse la revuelta, los primeros días de marzo de 1991. Relató que durante su encarcelamiento, fue golpeado y que escuchaba los gritos de sus compañeros que eran torturados. Otras víctimas describieron asesinatos y destrucciones causadas por la antigua Guardia Republicana, que intervino tras el amotinamiento de soldados que se retiraban desmoralizados del vecino Kuwait tras ser derrotados. La revuelta de los soldados se inició en Basora y fue secundada por la población en todas las ciudades del sur, sobre todo en Nayaf y Kerbala, ciudades santas de los chiíes. Alí el Químico, el ex ministro de Defensa Hachim al-Tai y el entonces adjunto de operaciones del ejército, Hussein Rachid al Tikriti, ya fueron condenados a muerte el pasado 24 de junio por la masacre de 182.000 kurdos en Irak en 1988, matanza que le valió el apodo al principal acusado por las armas que usó. Si la pena es confirmada por la Corte de Apelación los tres serán ejecutados en un plazo máximo de 30 días por lo que los cargos de este nuevo juicio contra ellos quedarán archivados.