Las autoridades están preocupadas por el silencio en torno al crimen
La Policía de Liverpool continúa interrogando a los seis detenidos
Todavía no se ha econtrado el arma utilizada para asesinar al pequeño de once años
La Policía de Liverpool continuó ayer el interrogatorio de seis jóvenes en relación con la muerte de un niño de 11 años, al ser alcanzado por una bala que disparó un adolescente encapuchado cuando el primero regresaba de jugar al fútbol con unos amigos. El hecho ha conmocionado a los británicos por su brutalidad, y la Policía trata ahora de determinar si el pequeño Rhys Jones era el blanco intencionado del asesino o bien fue la víctima accidental de un ajuste de cuentas entre bandas rivales. La Policía, que no ha encontrado aún el arma utilizada -una pistola de cañón largo-, examina las grabaciones de las cámaras de vídeo instaladas en las proximidades del pub junto al cual el pequeño Rhys había estado jugando al balón el miércoles con sus amigos. También ha pedido a una mujer que pasó por allí poco antes del suceso empujando un cochecito que se presente en comisaría, por si puede aportar detalles. Las autoridades están preocupadas por el muro de silencio en torno a lo sucedido y no dejan de hacer llamamientos tanto a los jóvenes como a los adultos del vecindario para que faciliten información. «Comprendemos que la gente tenga miedo y se resista a dar información a la Policía, pero lo que quiero decirle a esa gente es que hay que vencer el miedo», afirmó en conferencia de prensa Chris Armitt, superintendente de la Policía del condado de Merseyside, al que pertenece Liverpool. Indicó que la Policía sabe cómo salvaguardar la seguridad de quienes «vengan a nosotros con información. Podemos proteger su identidad». La cultura de las bandas Fuentes de la Policía dijeron al dominical The Observer que la cultura de las bandas de Liverpool está siendo fomentada por empresas privadas de seguridad que reclutan a jóvenes para el tráfico de drogas, mientras ofrecen protección contra los mismos grupos a los comerciantes locales. Según esas fuentes, miembros juveniles de esas bandas traen la droga, mayormente cannabis con el alucinógeno PCP, desde Amsterdam a través de los aeropuertos del norte de Inglaterra. Las empresas de seguridad dicen luego a los comerciantes que pueden ayudarlos a desembarazarse de esos jóvenes delincuentes si firman una póliza con ellas. Una fuente consultada por ese periódico calcula que unos 500 miembros de bandas juveniles operan en la ciudad y hay entre 3.000 y 4.000 personas que se dedican al narcotráfico. Mientras tanto, la titular británica del Interior, Jacqui Smith, ha anunciado planes para un nuevo sistema que permitirá a los ciudadanos denunciar, amparados en el anonimato, a personas de las que sepan que poseen ilegalmente armas de fuego. Según la ministra, la absoluta prioridad es conseguir que las pistolas salgan de las calles y, a tal efecto, el Gobierno piensa establecer una red de puntos, que no serían en ningún caso comisarías, sino lugares «neutrales», donde podrían depositarse esas armas. «Podríamos encargar a una organización que colaborase con la Policía» y a la que pudiesen acudir las personas deseosas de proporcionar alguna información.