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El presidente defiende a su fiscal general y critica el trato injusto que ha recibido

Gonzales, otro fiel a Bush, dimite perseguido por los escándalos

Michael Chertoff, actual secretario de Seguridad Interior, es el nombre que más suena para sustituirlo

Alberto Gonzales al hacer pública ayer su dimisión como secretario de Justicia de Estados Unidos

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efe | washington

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El secretario de Justicia de EE.UU, Alberto Gonzales, uno de los más fieles colaboradores de George W. Bush, renunció ayer al cargo por considerar que éste era «el momento correcto». De esta forma, Gonzales puso fin a la sucesión de enfrentamientos con el Congreso en los que se vio involucrado desde que llegó a Washington en 2001. Gonzales, de origen mexicoamericano y primer hispano en el cargo, no dio explicaciones ayer de su renuncia, efectiva a partir del próximo 17 de septiembre, por lo que la búsqueda de sucesor ya está en marcha en Washington. En la carta que envió al presidente George W. Bush, con fecha de ayer, domingo 26 de agosto, Gonzales indica que «éste es el momento correcto para que mi familia y yo comencemos un nuevo capítulo en nuestras vidas». Leal a Bush desde que inició su servicio público hace 13 años, Gonzales expresa su «enorme respeto y admiración» por el liderazgo de Bush, y concluye la misiva con un «permanezco a su lado». Al renunciar al cargo, Gonzales deja atrás un período marcado por una férrea y controvertida defensa de la lucha antiterrorista y un creciente círculo de detractores. Desde Waco en Texas, Bush se deshizo en elogios a la obra y figura de Gonzales, a quien describió como un «asesor leal» y «amigo cercano», y criticó a quienes, con sus ataques, arrastraron «su buen nombre por el lodo, por razones políticas». El escándalo de los fiscales Bush, que aceptó a regañadientes la renuncia, ha premiado la inquebrantable lealtad de Gonzales con creces: fue secretario de Estado de Texas, miembro del Tribunal Supremo de ese estado y, principal asesor jurídico del mandatario antes de su nombramiento como titular del Departamento de Justicia en 2004 y su confirmación en 2005. Al final, a Gonzales le quedaban pocos amigos fuera de la Casa Blanca, y el golpe decisivo fue el escándalo generado por el despido de ocho fiscales federales en 2006. En una audiencia pública el pasado 19 de abril, Gonzales argumentó lapsos de memoria para no contestar a las preguntas de los congresistas, tanto demócratas como republicanos, que exigieron en más de una ocasión su renuncia por la falta de transparencia. La oposición demócrata y grupos afines reaccionaron ayer casi al unísono con un «ya era hora», mientras que, del lado republicano, algunos reaccionaron con alivio y, otros, con la idea de que fue un chivo expiatorio. Entre los nombres que se barajan como posibles sucesores figura el secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, tampoco está libre de polémicas, la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Frances Townsend, y l ex subfiscal general, Larry Thompson.

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