Las quejas por la gestión de los incendios podría dar un vuelco en las urnas griegas

La semana negra que ha vivido Grecia, golpeada por los incendios más graves de su historia contemporánea, podría costarle el puesto al primer ministro, Costas Caramanlis, quien se enfrentará al veredicto de las urnas el 16 de septiembre. Caramanlis se juega su reelección, pese a que su partido conservador lidera las encuestas por escaso margen. El paisaje desolador de árboles y esqueletos de animales calcinados que asoman por las espesas cenizas quemó los pronósticos favorables de las encuestas, sobre las que reinaba la derecha desde su llegada al poder en 2004. Aunque se desconoce con exactitud el balance de la catástrofe, existen al menos 20.000 damnificados declarados, más de 2.000 edificios dañados y más de 40.000 reses muertas. Pero ni los aproximadamente 72 millones de euros desembolsados por el Gobierno en concepto de ayuda de emergencia para los damnificados, ni los 600 millones de euros con los que quizá coopere la Unión Europea, podrán restaurar la imagen de incapacidad que han dejado las autoridades en su gestión. La opinión pública culpa al gobierno de no haber hecho nada para prevenir la catástrofe, a pesar de que el país acababa de ser golpeado por tres olas de calor sucesivas. Además estima que si no fuera por la ayuda de 16 estados, los incendios habrían sido aún más devastadores. «Es todo el sistema el que no funciona en este país, donde el aparato gubernamental está completamente desorganizado», dice Oscar Kalouris, de 38 años, un manifestante entre los 10.000 que protestaron en Atenas.