Diario de León

En los combates han muerto además de 156 soldados un número indeterminado de insurgentes | Crónica | El Líbano se echa a la calle |

El Ejército libanés necesitó casi tresmeses para recuperar Nahr alBared Flores, vítores y arroz

El líder islamista de los atrincherados habría huído en una acción suicida previa a la toma del campo

Miembros del ejército libanés muestran su satisfacción tras tomar al asalto el campo de refugiados

Miembros del ejército libanés muestran su satisfacción tras tomar al asalto el campo de refugiados

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Katy Seleme Katy Seleme - abde (líbano) abde
León

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El Ejército libanés tomó ayer el control del campo palestino de Nahr al Bared, en el norte del Líbano, después de tres meses de sangrientos combates con los islamistas del Fatah al Islam. A media tarde, los soldados efectuaron disparos al aire en el interior del campo en señal de victoria. «Los disparos que está usted oyendo son disparos de júbilo. El campo cayó», anunció un oficial. El Ejército había informado anteriormente de que ya nadie oponía resistencia en el interior del campo de refugiados, donde se habían atrincherado los islamistas el pasado 20 de mayo, y que desde entonces se encontraba bajo asedio militar. Por la noche, decenas de combatientes habían intentado huir. «Era una operación suicida, un intento desesperado por huir», declaró un portavoz castrense, quien añadió que seguía la búsqueda de los fugitivos, tanto en el interior del campo como en sus inmediaciones. «Ignoramos si todavía hay explosivos y militantes escondidos en el interior» del campo, añadió. El intento de fuga de los islamistas se ha saldado con la muerte de al menos 28 rebeldes, afirmó la Cruz Roja libanesa. Según un oficial del Ejército, se ha detenido a una quincena de insurgentes. Tres soldados murieron, lo que eleva a 156 el número de militares muertos desde el inicio de los combates. Entre los fugitivos El jefe de Fatah al Islam, Chaker al Absi, podría figurar entre los fugitivos, declaró un oficial. «Confirmamos que no se encuentra ni entre los cadáveres (recuperados por el Ejército) ni entre los detenidos», dijo. «Creemos que encabeza un pequeño grupo que ha logrado huir», apostilló.Según un oficial, en torno a las cuatro de la madrugada, los islamistas emprendieron ataques contra las posiciones del Ejército que bordeaban el campo, al este y al sur. Poco después el Ejército inició una vasta operación de búsqueda en las aldeas aledañas, para la que pidió ayuda a la población. Entretanto, decenas de vehículos blindados y de todoterrenos afluían a las inmediaciones de Nahr al Bared, sobrevoladas por helicópteros. Toda la mañana se oyeron ráfagas de ametralladoras en el interior del campo, donde los soldados iban casa por casa persiguiendo a los últimos islamistas emboscados entre las ruinas. Mientras, los comandos de las fuerzas especiales y los islamistas se enfrentaban a tiros. A última hora del día, el Ejército seguía buscando a insurgentes en la región montañosa y recóndita de Akkar, a unos kilómetros al noreste del campo. Los combates estallaron el 20 de mayo, cuando Fatah al Islam, un grupúsculo sunita inspirado en Al Qaida, atacó a militares apostados cerca de Nahr al Bared. En la última semana, el Ejército se negó a evacuar a los heridos, como le habían pedido los islamistas. El pasado 24 de agosto, se habían marchado las mujeres e hijos de los rebeldes, que eran los últimos civiles en el interior del campo, de donde ya habían huido sus 31.000 habitantes. Según un importante responsable militar, unos 60 combatientes se encontraban entonces en el campo, entre ellos más de la mitad heridos. El avance de las tropas, mal equipadas, ha sido extremadamente lento entre las ruinas, propicias a las emboscadas de los atrincherados, que opusieron mucha resistencia. Miles de libaneses se concentraron en la localidad de Abde, la última antes de llegar a Nahar Al Bared y en las calles de Trípoli para celebrar con banderas del Líbano, disparos al aire y canciones la caída del campamento. Una interminable caravana de vehículos y personas se han dirigido desde las poblaciones de alrededor del campamento hasta donde permiten los fuertes controles militares para ver con sus propios ojos la consumación de la toma de la localidad. «Hoy es el día más feliz de nuestra vida, ya no podíamos esperar más», aseguró Ahmed Sayud, un joven libanés de la cercana localidad de Wadi Yamus, que confiesa que debido a la crisis perdió su trabajo en una carpintería. Sayud, que se queja de que «nos han reducido a la miseria» y de que el norte del país «es la región olvidada de Líbano», explicó que el cerco policial le impide volver a su pueblo de donde salió esta mañana con destino a Trípoli. A pesar de que aparentemente la crisis ha finalizado, el Ejército libanés continúa buscando a los combatientes que hayan podido huir, por lo que ha cerrado las carreteras que conducen a Siria, la única salida terrestre del país. A pesar de las reservas militares, los libaneses no han dudado en salir a festejarlo y el nerviosismo y la tensión de estos últimos meses, en los que cerca de 30.000 personas fueron evacuadas de Nahar Al Bared, se han transformado en una explosión incontenible de júbilo. Las carreteras colapsadas sólo permiten el paso a los vehículos militares que son recibidos con una lluvia de flores, vítores y arroz. Desde los coches, los soldados les responden con la señal de la victoria, que acompañan con enormes sonrisas incapaces de ocultar su alegría. Sin embargo, no todos están exultantes: Abu Mohamed, no puede ocultar su nerviosismo, porque esta mañana salió de Minia, localidad cercana a Nahar Al Bared y sólo desea volver para reunirse con su familia, pero se lo impide el cerco policial.

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