La repulsa internacional no impide las detenciones del régimen birmano
La Junta Militar de Birmania (Myanmar) continúa con las detenciones de personas relacionadas con las protestas que hace más de una semana fueron acalladas a tiros, lo que desató una ola de condenas por parte de comunidad internacional. Un total de 78 personas, que las autoridades militares llamaron «cómplices» de los manifestantes, fueron arrestadas durante varias redadas efectuadas el sábado en Rangún, la mayor ciudad del país y escenario de las multitudinarias manifestaciones encabezadas por los monjes budistas. Estas nuevas detenciones se producen mientras que la Junta Militar ignora la ola de condenas internacionales desatada a raíz de la violenta represión empleada para sofocar las protestas, y de la ofensiva diplomática que en el seno de Naciones Unidas intentan poner en marcha Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. Según el diario «Nueva Luz de Myanmar», órgano de propaganda del régimen que preside el general Than Shwe, seis de los 78 detenidos, que no precisó si eran religiosos o civiles, fueron puestos en libertad tras ser interrogados por agentes de los cuerpos de seguridad. Las autoridades sostienen que cerca de 2.700 personas, entre ellas 573 monjes de monasterios de Rangún, fueron arrestadas desde que el pasado 28 de septiembre emprendieron una amplia operación para dar con el paradero de birmanos que fueron filmados o vistos durante las manifestaciones. Sin embargo, grupos antigubernamentales y varios gobiernos de países occidentales con representación diplomática en Birmania estiman que la cifra real de arrestados se eleva a más de 6.000. La cifra oficial de detenidos y el trato que reciben no han sido asuntos examinados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, organismo al que la Junta Militar prohíbe el acceso a las prisiones y centros de detención montados en recintos militares y edificios gubernamentales. El Gobierno birmano afirma que ha puesto en libertad a unas 1.600 personas de las casi 2.700 detenidas, que diez murieron durante las cargas de los soldados y la Policía contra los manifestantes, y que en los registros realizados en los monasterios encontró cuchillos, armas y municiones. «Si violan las leyes, deben emprenderse acciones contra ellos (los monjes)», advirtió el diario birmano.