OPINIÓN
No les daremos ni un gato kurdo
EL MARCO en el que se inserta la crisis turco-kurda es de tal importancia que, si el conflicto no es rápidamente limitado y circunscrito, el 'statu quo' geopolítico regional podría ser decisivamente alterado con consecuencias incalculables. El árbitro de la situación y la única potencia que puede obrar el prodigio es, como habrá supuesto el lector, el gobierno de los Estados Unidos, en excelentes términos con todos los bandos, pero rehén de su papel en Iraq y deudor de una fuerte solidaridad con Turquía, un país de la OTAN con una impresionante hoja de servicios pro-americana durante la guerra fría. Hay algo más: el Partido Democrático del Kurdistán (PKK, la guerrilla kurdo-turca) está en la lista negra norteamericana de organizaciones terroristas (como ETA, para entendernos) y, por tanto, actuar contra él no debería presentar un problema irresoluble para Washington. Pero lo representa, hasta el punto de que llega a la contradicción de oponerse abiertamente a un ataque turco en suelo iraquí. La posición de la Casa Blanca, expresada por un portavoz el domingo, es entre rutinaria y angelical: «el asunto debe ser tratado por el gobierno iraquí y las autoridades regionales kurdas». Pocas veces se ha visto una exhibición tan clara de la oposición entre la verdad oficial (teóricamente el norte kurdo del país es parte de Iraq) y la real (el gobierno al-Maliki no tiene la menor autoridad ni medios para imponerla en Irbil, la sede del ejecutivo kurdo autónomo). Ankara trata el problema con habilidad: sostuvo conversaciones de alto nivel con el gobierno iraquí, recibió a los kurdos oficiales de Irbil y firmó acuerdos con ellos, obtuvo la preceptiva autorización de su parlamento, pidió a Washington comprensión y asistencia y esperó a ser objeto de un fuerte ataque. Por último, el primer ministro pidió al PKK que se convierta de una vez en un partido pacífico y legal y presente sus quejas en el parlamento y, sobre todo, llamó a Condoleezza Rice y dijo que aguarda a que su socio norteamericano dé rápidos pasos contra el PKK sin los cuales habrá ofensiva en suelo iraquí. Allí, el presidente de la república iraquí, el kurdo Yalal Talabani, dijo en voz alta lo que todo el mundo sabe: «nunca entregaremos a los turcos un combatiente kurdo ( ), no les daremos ni un gato kurdo»