Diario de León

Los muertos ascienden a tres, mientras ha sido necesaria la evacuación de casi un millón de personas

El cambio de viento ayuda a luchar contra los incendios de California

El presidente de EE.UU., George W. Bush, viajó hasta la zona, donde comprobó los daños

El presidente de EE.UU., George W. Bush, consuela a unos vecinos

El presidente de EE.UU., George W. Bush, consuela a unos vecinos

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César Muñoz Acebes - san diego
León

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El debilitamiento de los secos vientos del este, que habían alimentado los incendios en el sur de California (EE.UU.), es la noticia que esperaban los bomberos, que ayer hallaron otros dos cuerpos calcinados entre las ruinas de una casa. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pudo comprobar la enorme desolación que se respira en la zona al viajar a California. Casi un millón de personas había recibido la orden de evacuación el miércoles por la mañana, pero al final del día, con la mejora de las condiciones del clima, las autoridades permitieron volver a los residentes de 13 municipios de San Diego. Hasta ahora, los bomberos habían concentrado sus esfuerzos en minimizar los daños por el fuego, en lugar de combatirlo directamente, dada la fuerza de los vientos que llegaban del desierto. Los «Santa Ana», como se les conoce, se encajonan y aceleran en los cañones que les guían desde las planicies áridas hacia la costa, al oeste, y en los peores momentos de esta semana llegaron a sobrepasar los 160 kilómetros por hora. Finalmente se han agotado y en su lugar una leve brisa marina transporta cierta humedad hacia el interior y baja las temperaturas. El cambio del viento ha permitido levantar la orden de evacuación en muchos municipios y sus vecinos han comenzado a volver para comprobar si han tenido suerte y aún cuentan con un lugar donde vivir. No obstante, algunas localidades siguen cerradas, y miles de viviendas están en peligro de ser destruidas, pues los bomberos sólo han logrado controlar una extensión mínima de las decenas de incendios que aún devoran el monte bajo, que es perfecto pasto de llamas dada la sequía del último año y medio en la zona. Hasta el momento, han ardido más de 180.000 hectáreas, más del doble de la extensión de la ciudad de Nueva York, y han resultado destruidas o dañadas 2.000 viviendas, según el departamento de Bosques y Protección contra Incendios de California. La cifra de personas muertas directamente por acción de las llamas aumentó ayer a tres, después de que la policía hallara dos cuerpos calcinados en las ruinas de una casa en Poway. Además, cinco ancianos han fallecido durante la evacuación o cuando estaban desplazados fuera de sus hogares, según la oficina forense de San Diego. El incendio más grande Poway es una de las localidades cerradas ya que sigue bajo la amenaza del incendio llamado «Witch», el mayor de todos, que combaten más de 2.600 bomberos en el norte de San Diego. También está cerrado el municipio de Ramona, aunque en él permanecen algunos vecinos que, como Wendy Urtiz, de 27 años de edad, decidieron no abandonarlo. «Me sentí más segura quedándome en casa que yéndome, porque la gente estaba desesperada por salir y me pareció peligroso», dijo Urtiz en una entrevista telefónica. «Lo peor fue el lunes, por todo el humo que había, pero ahora ya no se ve lumbre», agregó la mujer, que se quedó en su casa con sus cuatro hijos. Pero el cambio de viento no ha sido bueno para todos. Los vecinos de una veintena de localidades en el Condado de San Diego que habían quedado al margen de las llamas han recibido el aviso de que se preparen para salir de sus viviendas.

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