Chad retiene a los tripulantes españoles de un avión enviado para sacar niños De vuelta a las casas calcinadas

La Siete españoles, tripulantes de un avión chárter contratado por una ONG francesa para trasladar niños de Chad y Sudán a Francia, permanecen retenidos desde en Chad mientras las autoridades del país investigan a la organización humanitaria gala por un supuesto caso de adopciones ilegales. Fuentes del Ministerio de Exteriores han informado de que, como España no cuenta con representación diplomática en Chad, se está desplazando a ese país un responsable de la Embajada en Camerún para aclarar la situación, mientras que el Ministerio está en contacto con el representante del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) en el país africano. Por su parte, un directivo de la empresa responsable del avión (Girjet), Antonio Cajal, ha explicado que el vuelo es ajeno a la ONG y que sólo fue contratado para una operación humanitaria: trasladar a 103 niños africanos enfermos a Reims (Francia), donde debían ser operados. Según ha señalado, al llegar a Chad los siete tripulantes -cuatro de ellos mujeres- fueron retenidos por el Ejército chadiano «a punta de pistola», en el marco de una operación contra la ONG francesa «Arca de Zoé», sospechosa de tráfico de niños. En esa operación las autoridades de Chad han arrestado a nueve franceses acusados de tráfico ilegal de menores. La empresa española ha emitido un comunicado en el que destaca que «la compañía aérea y los familiares no están recibiendo ningún tipo de información», mientras la tripulación sigue en el país «en condiciones infrahumanas». ¿Por qué esta casa sí y la otra no? Esa era la inevitable pregunta que se hacían los vecinos de Rancho Bernardo cuando por fin les dejaron volver a sus casas, después de que el incendio de La Bruja alcanzase el lunes este barrio residencial a las afueras de San Diego. Algunos kilómetros al norte los bomberos seguían batallando las llamas y encontrando cadáveres calcinados -siete, hasta este viernes-, pero la ausencia de vientos ha permitido que comience la repatriación del casi un millón de desplazados que ha dejado la peor ola de incendios en la historia de California. La naturaleza y el azar han sido caprichosos. En la calle de Aguamiel algunas casas se mantienen intactas mientras que otras han ardido hasta los cimientos. Mientras sus vecinos de enfrente remueven las cenizas en busca de algo que rescatar, los Robins entran con el coche hasta el garaje como si no hubiera pasado nada. ¿Qué hicieron para salvar su casa?, se les pregunta. «Nosotros no», contestan ufanos al unísono, «¡fue Dios quien la salvó!». Dios, y el camión de bomberos que algunos vecinos dicen haber visto aparcado en su puerta cuando abandonaban apresuradamente sus casas. Uno para toda la calle. Tenían que elegir una por la que empezar, y eligieron la suya. La explicación es demasiado mundana para quienes están convencidos de que son los elegidos de Dios. «Ha sido un auténtico milagro», insisten. «Cuando nos montamos en el coche el patio trasero estaba ardiendo. Si miras verás los cascos que usan los niños para montar en bicicleta completamente fundidos por el calor. No esperábamos encontrar nada al volver». Mientras, las llamas arrasan por sexto día chaparrales y bosques en el sur de California y amenazan a unas 24.000 viviendas, pero los bomberos han ganado terreno, mientras la policía busca a los pirómanos que podrían haber causado algunos de los incendios. Las autoridades dicen tener pruebas de que al menos dos de los fuegos fueron intencionados y han ofrecido una recompensa de 250.000 dólares (unos 179.000 euros). Hasta ahora, la policía ha arrestado a cinco presuntos pirómanos, aunque ninguno ha sido vinculado con los grandes incendios que arden desde el domingo.