El SPD gira a la izquierda
El que fue faro de la socialdemocracia europea trata de frenar su caída libre, en el último decenio ha perdido 230.000 militantes, agravada desde que gobierna en coalición con Merkel
Durante décadas el SPD, el partido del mítico Willy Brandt que cuenta con más de 140 años de historia, fue el referente de la socialdemocracia europea. Hoy es el paradigma de su desorientación y retroceso. Los hechos son apabullantes. Ha perdido 230.000 militantes en el último decenio y solo el 9% de los 545.000 que le quedan tienen menos de 40 años. Fue derrotado por los democristianos en las últimas elecciones del 2005, con su peor resultado desde 1990 (34,2%). Forma parte parte de un Gobierno de gran coalición en el que juega, a su pesar, el papel de tonto útil de la canciller Angela Merkel, que capitaliza todos los éxitos. Le ha surgido una dura competencia en su propio ámbito, La Izquierda, la alianza de Oskar Lafontaine y los ex comunistas de la RDA. Por si fuera poco, su crisis de liderazgo es alarmante: cuatro presidentes en cuatro años, desde que Schröder se retiró. Y el actual, Kurt Beck, de 58 años, sin ningún carisma y al que sólo el 16% de los votantes del propio SPD quieren como candidato en el 2009. Las encuestas son demoledoras: un 25% de apoyos, 15 puntos menos que los democristianos (CDU-CSU). Con este panorama sombrío, en plena crisis de identidad y popularidad, el SPD ha celebrado este fin de semana un importantísimo congreso en Hamburgo. Para atajar la hemorragia, el partido ha cerrado filas -al menos de momento- en torno a Beck, reelegido con el 95,5% de los votos, y ha dado un giro a la izquierda, retornando a sus raíces sociales. Pero las contradicciones son evidentes: sonó cuando menos extraño que Beck llamara «radical», «veleidosa» y «liberaloide» a Merkel, la jefa de un Gobierno en el que el vicecanciller y ministro de Trabajo es un correligionario del SPD, Franz Müntefering. Puede, sin embargo, que esta incipiente marcha atrás a la política de recortes sociales y reformas económicas contemplada en la Agenda 2010 de Schröder llegue tarde. Por un lado, La Izquierda se afianza y le roba las banderas de la justicia social. Por otro, la hábil Merkel, lejos de convertirse en la Margaret Thatcher del siglo XXI, se aprovecha en casa de su buena imagen internacional y se apropia de asuntos como la lucha contra el cambio climático y la protección a la familia. El SPD está preso de una tenaza, que le tiene cogido a derecha e izquierda, de la que le será muy difícil desembarazarse. Una de las medidas adoptadas por los socialdemócratas -en contra de la dirección del partido- ha sido la limitación de la velocidad en las autopistas a 130 kilómetros por hora. Otra, la prórroga de subsidio de desempleo de los mayores de 55 años, de los 18 meses actuales a 24. La inviabilidad e impopularidad de la primera y el limitado alcance de la segunda muestran lo difícil que es para el SPD lanzar propuestas concretas de izquierda que enganchen. El Programa Hamburgo, aprobado en el congreso, es el tercero del SPD desde el final de la guerra. Socialismo democrático, libertad, justicia y solidaridad, globalización sujeta a reglas de juego sociales con sus señas de identidad. Los socialdemócratas pasan apuros en toda Europa. En Francia, el PS, que en su día renegó del blairismo, atraviesa una grave crisis tras su derrota ante Sarkozy. En el Reino Unido, los laboristas, con Gordon Brown a la cabeza, están a la par en los sondeos con los conservadores. En Italia, nace el Partido Democrático, dirigido por el alcalde de Roma, Walter Veltroni, mientras Romano Prodi tiene cada vez más problemas para mantener a flote su frágil coalición. En España, el PSOE de Zapatero no se despega del PP.