Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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EL PAÍS -Pakistán- pasó el primer test postraumático, los funerales por Benazir Bhutto, enterrada ayer con la rapidez de rigor entre musulmanes y con la presencia de algunos cientos de miles de personas. El gobierno, por lo demás, confirmó su perspicaz decisión de no recurrir al estado de excepción y, sobre todo, de mantener la fecha del 8 de enero para las previstas elecciones legislativas: cancelarlas o aplazarlas «sine die» sería dar, al menos en apariencia, una victoria simbólica a los terroristas. Nauaz Sharif, líder del segundo partido nacional, la Liga Musulmana Paquistaní (N) pidió «el boicot de las elecciones» tras sugerir su aplazamiento, y la coalición de partidos islamistas que juega el juego y es con frecuencia una decisiva bisagra parlamentaria tampoco había decidido qué hacer. En un registro más general, la rápida atribución de la autoría del atentado a al Qaeda ha causado una cierta sorpresa porque el islamismo yihadista-terrorista dispone de suficientes elementos autóctonos, propios del conjunto político nacional, como para poder pensar en una inspiración y una ejecución puramente paquistaníes. El gobierno, que dispone de la información de los acreditados y poderosos servicios de inteligencia del ejército (ISI), asumió con rapidez como auténtico el comunicado de la red terrorista y es de creer que lo hizo de modo genuino y sin la intención de explotarla internamente, pero, objetivamente, le favorece. Le favorece porque sugiere indirectamente que los elementos terroristas locales estaban bajo control o lo suficientemente hostigados como para no poder atentar contra una personalidad del peso de Benazir Bhutto, en teoría con derecho a protección oficial. Pero, parece sugerir el reconocimiento, al-Qaeda es otra cosa, como probó nada menos que el 11-S en los Estados Unidos. Todo esta línea de conducta, que tiene sin duda el aval de Washington, podría venirse abajo si los llamamientos al boicot electoral terminan por triunfar y una bajísima participación el día 8 deslegitiman de hecho la jornada. Musharraf debería repensar entonces una estrategia que hoy solo aspira a salvar los muebles y mantener oficialmente el rumbo establecido hace medio año, cuando se tomó la decisión de asaltar la Mezquita Roja de Islamabad.

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