Marini recibe todo un encargo
Su condición de hombre de consenso y la credibilidad ganada en los últimos meses al frente del Senado favorece su tarea de formar Gobierno pero choca con la derecha berlusconiana
El presidente Napolitano tomó ayer la decisión en estos momentos menos drástica para salir de la crisis de Gobierno: encargar a Franco Marini que explore si puede formar uno nuevo para cambiar la ley electoral, lo que se presenta muy difícil vista la frontal oposición de la derecha berlusconiana. Aunque el democristiano Marini, de 75 años, es un hombre de consenso y cuya credibilidad ha aumentado en los 20 meses que ha estado al frente del Senado, sabe que el encargo es «difícil y laborioso», sobre todo tras la negativa en bloque de la oposición que lidera Silvio Berlusconi, que hoy reiteró que la única salida son las elecciones anticipadas. «A Marini diremos que la única salida son las urnas y que no hay necesidad de cambiar la ley electoral», dijo Berlusconi, echando un jarro de agua fría a los deseos del Jefe del Estado, Giorgio Napolitano, Desde las filas de los conservadores se insistió en que Marini está destinado a fracasar y que Napolitano lo único que pretende es «alargar» los tiempos para acabar donde no desea, en las urnas. Napolitano considera que lo último es volver a votar (la legislatura concluye en 2011), siempre que las fuerzas políticas puedan alcanzan un consenso y Marini pueda formar un gobierno que tenga como objetivo específico cambiar la ley electoral, la culpable de la inestabilidad política que sufre Italia, ideada por el anterior Gobierno de Berlusconi. Aunque no se descarta que Marini pueda formar un gobierno, contando con los votos de la coalición de centro izquierda La Unión, a la que pertenece y que en la Cámara de Diputados cuenta con mayoría absoluta, la derecha considera que ese ejecutivo «nace muerto» y sin capacidad de maniobra. Y es que en el Senado La Unión hasta ahora sólo sacaba dos escaños de diferencia a los conservadores (158-156), pero tras la salida de la coalición del pequeño partido democristiano Udeur que cuenta con tres senadores, el centro izquierda ha quedado en minoría (155-156). Marini puede contar con los votos de algunos de los senadores vitalicios (son siete), pero volvería a repetirse el mismo escenario dejado por el caído Gobierno de Romano Prodi: la inestabilidad política, esa que quiere evitar Napolitano. Desde las filas de La Unión, sus líderes apoyan ese eventual gobierno de Marini, aunque ya comenzaron a abrirse las primeras grietas entre sus miembros sobre como debe ser el consenso. Y es que esa variopinta coalición está formada por 14 partidos y de la misma forman parte desde democristianos a comunistas, pasando por verdes, socialistas y liberales, a los que lo único que unía era echar a Berlusconi del poder pero que una vez logrado (ganaron las elecciones de 2006) se han mostrado incapaces de ponerse de acuerdo en los grandes puntos, llevando al caído ejecutivo de Prodi prácticamente a la parálisis. La derecha esta convencida de que ganaría las elecciones de celebrarse ahora, ya que según dijo recientemente Berlusconi los sondeos que manejan les dan 15 puntos por encima de La Unión, por lo que presionará para que Marini arroje la toalla. Para La Unión un gobierno Marini es un balón de oxígeno a sus pretensiones de una ley electoral que le sea más propicia. En ese escenario, Marini tiene muy difícil lograr formar gobierno y aunque lo logre se trata de pan para hoy y hambre para mañana, ya que la inestabilidad proseguirá, alimentada por una cada vez más crecida oposición derechista, que espera recuperar el poder perdido por culpa de esa ley electoral que inventó convencida de que le garantizaría el triunfo en 2006. Calificada por sus redactores como «una cerdada», le salió rana y dio la mayoría a Prodi. Ahora, Berlusconi está seguro de que ganarán, de ahí que no ceda un milímetro. Según un sondeo de urgencia del diario Corriere della Sera, el 66,8 por ciento de los italianos está convencido de que Marini arrojará la toalla y no logrará formar ejecutivo. Si es así, la única salida que se perfila son las urnas.