Diario de León
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ENRIQUE VÄZQUEZ
León

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LA POLICÍA criminal británica (Scotland Yard), con su legendaria reputación, empañada por el episodio Menezes pero con gran credibilidad, confirmó ayer la versión oficial pakistaní sobre el asesinato de Bezanir Bhutto: murió al golpearse la cabeza con el techo del coche descubierto tras la explosión y no fue alcanzada por disparos, aunque hubo un tirador-suicida. El gobierno pakistaní había pedido la cooperación de un equipo de especialistas encabezado por un forense de categoría mundial y Londres aceptó en seguida. En las dos capitales quedó claro que los detectives investigarían cómo murió Benazir, no quién la mató. Eso ya lo estatuyó el gobierno del general Musharraf y, con una celeridad que llamó la atención, la CIA por boca de su director, Mike McConnell. Ambos dijeron que hubo un complot islamista/al-Qaeda inspirado u organizado por Baitullah Mehsud, el más conocido de los jefes militares de la coalición al-Qaeda-talibanes que combate en Waziristan al gobierno paquistaní. Le combate o le combatía, porque hace tres días que se registra una calma total en la región fronteriza con Afganistán y eso sucede tras confirmarse oficialmente que hay conversaciones en curso entre el gobierno y los rebeldes. No se menciona todavía un alto el fuego en toda regla, pero es un hecho que la negociación, llevada a cabo por militares paquistaníes de alto nivel en la semana pasada, progresa. El lector debe recordar en este momento que el día 18 de este mes hay elecciones legislativas cruciales en el país. Musharraf y los suyos no son favoritos y van detrás del Partido Popular Paquistaní de los Bhutto, encabezado por su viudo Asif Alí y su hijo Bilawual, y de la Liga Musulmana-N de Nawaz Sharif, impedido personalmente de concurrir. Y la pregunta es obvia: ¿a quién beneficia objetivamente esa especie de veredicto de los policías británicos? Musharraf va a llegar a la cita electoral reconfortado con el informe de Scotland Yard y el alto el fuego con los yihadistas, es decir, blanqueado de toda connivencia en el primer asunto y en buena posición sobre el segundo porque la mayoría social sabe que la insurgencia islamista no será derrotada por medios militares y no desdeña la negociación, que ha dado buen resultado otras veces.

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