La batalla de Washington
BARACK OBAMA, con el viento en las velas, libró ayer la batalla de Washington, un pequeño distrito federal y sede de la capital de los Estados Unidos, y ganará previsiblemente en las riberas del Potomac, en Maryland y en Virginia. La jornada no alterará decisivamente el número de delegados en juego, expresión aritmética del objetivo formal de las primarias, escoger al candidato. Pero más y más éxitos tendrán dos consecuencias inevitables que teme lógicamente el campo de Clinton: a) el efecto arrastre, que empuja a unirse al carro de quien es percibido como ganador; b) dar a Obama envergadura nacional. La capital, Washington tiene poco peso aritmético, pero mucho simbólico. El bajísimo número de vecinos afroamericanos y el estatus personal y laboral de la mayoría no le ayudan en primera instancia, pero los medios subrayan que gente blanca y acomodada está votando a Obama. Maryland (30 por ciento de negros) y Virginia (20 por ciento) son más propicios y los sondeos sitúan al joven aspirante en una posición cómoda. Si también ganara en el distrito federal, lo que parece mucho más problemático, el día tendría una fuerte resonancia psicológica cara a las citas del próximo martes (Hawai, Wisconsin, Rhode Island y Vermont) Y, sobre todo, frente al 4 de marzo, con la elección en Texas y Ohio, donde habrá seiscientos delegados en juego. A día de hoy, Obama dispone de 1.121 votos para la Convención, de los que 135 son los superdelegados púdicamente llamados independientes y que, en definitiva, pueden cambiar de opinión considerando el bien del partido en su conjunto o por consideraciones menos honorables. Clinton está en 1.148 de los que 224 son superdelegados. Ni que decir tiene que ya se da entre bastidores una dura lucha por ganarse a estos notables. Pero el argumento final, al que ni siquiera ellos podrán ser insensibles, será el veredicto de los sondeos en vísperas de la Convención de Denver en agosto, cuando las encuestas digan quién de los dos, Clinton u Obama, es mejor candidato frente a John McCain, adoptado ya abiertamente por Bush. Hasta ayer las encuestas, no muchas y con muestras pequeñas, también benefician a Obama. Y eso será definitivo en su momento.