Los tres candidaturas son definidas en Occidente como «simuladas»
Rusia celebra mañana la consulta menos democrática en 20 años
Medvédev, el candidato del Kremlin, obtendrá una fácil victoria ante tres meros comparsas
Presiones a los electores para que acudan a las urnas, tratamiento desigual a los candidatos en los espacios televisivos, trabas a los observadores internacionales, cribas que cierran el paso a los comicios a la verdadera oposición y periodistas extranjeros vetados por los servicios secretos son hechos que conforman el panorama de las elecciones presidenciales que mañana se celebran en Rusia. Se diría que el presidente Vladímir Putin ha puesto toda la carne en el asador por que teme que su delfín, el viceprimer ministro, Dmitri Medvédev, pudiera llevarse un batacazo en las urnas. Pero nada parece más lejos de la realidad. Los sondeos, si no están trucados, auguran a Medvédev una cómoda victoria sin necesidad de una segunda vuelta. Podría obtener entre el 60 y el 75 por ciento de los sufragios. No se concibe entonces por qué se está empleando tan profusamente el rodillo administrativo. Hasta el punto de que estos comicios podrían pasar a la historia como los más antidemocráticos de los últimos 20 años. Todavía en la época soviética, con Mijaíl Gorbachov, en el Kremlin, las elecciones eran mucho más libres y democráticas que ahora. El diputado del PP y relator de Derechos Humanos de la OSCE, Jesús López-Medel, que hubiera estado ahora en Moscú como observador si no hubiese sido por las restricciones impuestas por la Comisión Electoral rusa, ha señalado en una nota de prensa que frente a Medvédev, «no hay oposición que represente opciones liberales sino solo candidaturas simuladas». En tal situación, estima López-Medel, «los comicios rusos carecen del pluralismo mínimo exigido en unas elecciones que puedan ser calificadas de libres». Los tres adversarios de Medvédev, el comunista Guennadi Ziugánov, el ultranacionalista Vladímir Yirinovski y el jefe de la masonería rusa, Andréi Bogdánov, no son más que meras comparsas. Sus posibilidades, ya de por sí mermadas por los obstáculos que toda la vertical del poder ruso se está encargando de poner en su camino, se ven reducidas todavía más por el carácter circunspecto de sus declaraciones. El único que se ha salido un poco del guión ha sido Yirinovski, que acabó a puñetazos con un miembro del equipo de campaña de Bogdánov, pero fue un arranque que favorece sobre todo al Kremlin. La draconiana legislación rusa y la Comisión Electoral impidieron participar en la carrera por la presidencia a personajes como el ex campeón de ajedrez, Gari Kaspárov, el antiguo disidente Vladímir Bukovski, el ex ministro, Borís Nemtsov y el ex jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov. A ellos sí se les puede catalogar como auténtica oposición y, a diferencia de Ziugánov, Yirinovski y Bogdánov, sus críticas van dirigidas directamente contra Putin y su protegido. Andréi Ilariónov, antiguo consejero de Putin y ahora uno de sus detractores más irreconciliables, dijo ante los micrófonos de la emisora «Eco de Moscú» que se avecina una «crisis de poder», «Los comicios rusos carecen del pluralismo mínimo exigido en unas elecciones libres» JESÚS LÓPEZ MEDEL Relator de la OSCE