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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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SALVO GRAN SORPRESA, la carrera entre los candidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos se prolongará inquietantemente hasta bien entrado el verano, como le ocurrió a Bill Clinton en 1992, cuando sólo en junio pudo asegurar la designación. Esto ocurre tras las meritorias victorias de Hilary Clinton en Ohio y Tejas (ganó también en Rodhe Island, pero eso carece de relieve, como su derrota en Vermont) que acortó algo la diferencia en número de delegados para la convención demócrata de agosto (1.474 de Obama contra 1.391 para ella). Lo relevante no es aritmético, sino político: el dilema al que puede hacer frente el Partido Demócrata es el de decidir entre un candidato que tenga el respaldo popular que expresan las primarias (y sería antidemocrático ignorarlo) o el que, medido en sondeos reiterados, aparezca como el mejor situado para derrotar a McCain. Hoy por hoy, de ocho sondeos nacionales disponibles, Obama ganaría a McCain en seis y perdería en dos, pero Clinton pierde en cuatro, gana en dos y empata en otros dos. Pero los estrategas saben de sobra que el voto útil expresa una cierta necesidad psicológica de saberse copartícipe de una eventual victoria. El equipo Clinton ha hecho ya un anuncio ominoso: no se resigna a que no se cuenten los delegados obtenidos en Michigan y Florida (sin permiso del partido, que no reconoció las elecciones porque las instancias demócratas locales procedieron fuera de norma) y se perfila una batalla campal que contrastará con la apacible situación de McCain, quien solo debe dejarse ver, elegir un vicepresidente útil (dependiendo de quien sea candidato demócrata habrá posibilidades para una mujer o un negro) y tranquilizar a los votantes religiosos. Es como si hasta ahora se hubiera votado a dos candidatos no tan distintos y llegara la hora del combate a cuchillo desenvainado. Pennsylvania el 22 de abril, con 158 delegados en juego, será el próximo 'round', pero antes, con menos peso, Wyoming el sábado y Mississippi la próxima semana, darán la tónica. Tal vez confirmen lo único completamente claro hasta hoy: los estados industrializados, grandes y poblados votan a Clinton, y las comunidades menores y que prefieren los «caucus» premian a Obama.

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