El elevado número de delegados que otorga está condicionado por el elemento racial
Pensilvania es el último gran reto para Obama y Clinton Los resultados de Misisipi afianzan a Obama en sus dominios
Ninguno de los «presidenciables» obtendrá los 2.025 delegados para ser el candidato
Barack Obama y Hillary Clinton usarán la pausa de seis semanas en el calendario electoral para cortejar el voto de Pensilvania, un estado con un complejo panorama racial que celebra en abril la más importante de las primarias pendientes. A estas alturas parece ya claro que ninguno de los dos «presidenciables» demócratas conseguirán los 2.025 delegados necesarios para hacerse con la candidatura. Obama espera lograr una ventaja suficiente como para proclamarse «vencedor» de facto y obtener así el respaldo de los alrededor de 800 delegados que votarán en la convención. Hillary, mientras tanto, busca reducir la distancia con Obama al mínimo y presentarse ante los «superdelegados» como la que más posibilidades tiene de ganar a John McCain, el candidato presidencial republicano. Pensilvania, con su abultado número de delegados, juega un papel crucial en esos cálculos y los expertos indican que el elemento racial puede ser decisivo en unas elecciones en las que Hillary parte como favorita. «Creo que la raza será muy importante porque Pensilvania es un estado con importantes minorías en sus grandes centros urbanos y un elevado porcentaje de blancos en el centro», dijo Richard Parker, profesor de la Universidad de Harvard. «El hecho de que Obama sea afroamericano va a ser un factor clave», añadió Parker. El experto indicó que ese es el motivo de que Geraldine Ferraro «esté haciendo lo que está haciendo». Ferraro, candidata a la vicepresidencia por el Partido Demócrata en las elecciones de 1984 y recaudadora de fondos para la campaña de Hillary, dijo recientemente que Obama «no estaría en la posición en la que está» si fuera blanco en lugar de negro. Obama obtuvo ayer más del 90 por ciento del voto negro en Misisipi. Hillary, su rival por la candidatura presidencial demócrata, logró el respaldo de siete de cada diez votantes blancos en una contienda con una clara carga racial. El senador por Illinois, que aspira a convertirse en el primer presidente negro de EE.UU., ya había derrotado a Hillary en otros estados con un gran porcentaje de afroamericanos como Carolina del Sur o Alabama, por lo que los resultados en Misisipi eran esperados.