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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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LA FUERZAS ARMADAS de los Estados Unidos recibirán del próximo presidente las órdenes oportunas y las ejecutarán como lo que son, «un cuerpo por completo apolítico». Eso se creyó en la obligación de recordar la semana pasada el jefe del estado Mayor conjunto, almirante Michael Mullen. Pero añadió algo no tan apolítico, al mostrar una clara preferencia por iniciativas que tiendan a preservar las ganancias en seguridad en Iraq que estarían en peligro con retiradas rápidas como las que patrocinan algunos candidatos a la presidencia. Solo le faltó decir que su candidato es el del presidente, el senador McCain. En este marco, el de la preferencia del presidente Bush por los criterios del jefe en Iraq, general Petraeus, como la doctrina oficial (resistir y quedarse hasta vencer) hay que situar la dimisión del jefe del Mando Central, almirante William Fallon, cuando cumplía solo un año desde su nombramiento. Hay que subrayar en seguida quesu puesto es la clave del despliegue militar norteamericano en el mundo porque cubre todo Oriente Medio hasta Pakistán y Afganistán, es decir los escenarios de la confrontación y los desafíos. Era sabido que Fallon era hostil a un ataque militar preventivo contra Irán y a una ofensiva militar incrementada en Iraq y defendía más diálogo bilateral. El lector se preguntará por qué fue nombrado para el puesto, el que ocupaba el general Tommy Franks, tan distinto, para ejecutar la invasión de Iraq en 2003. Y la explicación es que, además de su currículum y de que se buscaba un marino, él como comandante en jefe en el Pacífico, no tenía jurisdicción alguna sobre el nuevo mando y no había expresado opinión al respecto. Robert Gates, , ha insistido en que el artículo de Thomas Barnett en 'Squire' que provoca el asunto no basta para explicar la renuncia voluntaria del almirante. Fallon, es cierto, dice algo que es oro para periodistas y políticos: «la percepción pública» de diferencias con la política del presidente le obliga a dimitir, aunque no existieran de hecho. La Casa Blanca no parece haber jugado un papel directo en todo el asunto, aunque haya estado al corriente de su desarrollo. Gates se ha cuidado mucho en subrayar que es 'simplemente ridículo' pensar que la dimisión del almirante significa que se está un poco más cerca de un bombardeo sobre Irán. El tiempo lo dirá.

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