El estallido de violencia se produce con motivo del 49 aniversario de otra sublevación similar
La represión china en el Tíbet le cuesta la vida a dos manifestantes Un Dalai Lama preocupado pide a China que no use la violencia
A cinco meses de los Juegos Olímpicos, el conflicto se confirma como el gran problema para China
Con el estallido de la violencia en Tíbet, que provocó ya los dos primeros muertos, China se enfrenta a la primera gran crisis en el terreno de los Juegos Olímpicos, a sólo cinco meses del evento deportivo. Las manifestaciones de monjes budistas de los últimos días para celebrar el 49º aniversario de la sublevación contra China que acabó con el destierro del Dalai Lama derivó en las últimas horas en saqueos de tiendas, incendios provocados y ataques de todo tipo contra intereses chinos en la capital tibetana, Lhasa. La Policía china respondió a los ataques con disparos sobre los manifestantes, lo que causó, al menos, dos muertos y varios heridos, según informó la emisora Radio Free Asia. Estos episodios de violencia en una zona extremadamente sensible, bajo dominio chino desde 1951, provocarán un aumento de la presión internacional sobre las autoridades chinas para que mejore la situación de los derechos humanos en Tíbet, condición impuesta en su día para otorgarle los Juegos Olímpicos. «El efecto de los Juegos se vuelve contra ellos. No podemos decir ahora que nada saldrá bien y que será una catástrofe absoluta, pero pienso que los chinos deben entender que si en 2001 obtuvieron los Juegos Olímpicos fue porque en esa época todo el mundo hablaba de China en términos extremadamente positivos«, aseguró la directora del centro Asia, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, Valérie Niquet. »Actualmente, el mundo ha cambiado, se espera mucho más de China y los chinos no han hecho aquello que se esperaba de ellos. La gente ya no entiende la naturaleza del régimen chino y los Juegos Olímpicos les colocarán en el punto de mira«, aseguró la especialista. Años difíciles Según la experta en China de Amnistía Internacional, Corinna-Barbara Francis, »el incremento de la represión estos últimos años hacia toda forma de disidencia significa que, para numerosos ciudadanos en China, los Juegos han hecho sus vidas aún más difíciles«. Este estallido de la violencia en el Tíbet se produce, además, a escasas semanas del paso de la antorcha olímpica por el Everest, »una operación peligrosa para las autoridades chinas, quienes temen manifestaciones de militantes tibetanos«. Nepal anuncio que cerrará en mayo, por solicitud de China, el acceso a la cumbre más alta del mundo con el fin de evitar cualquier perturbación en la región del Himalaya, zona fronteriza entre los dos países, aunque esta medida, según los expertos, no garantizará que no se produzcan incidentes. »Creo que los monjes tibetanos conocen sobradamente el exterior como para darse cuenta de que los Juegos Olímpicos constituyen una oportunidad formidable« para sus reivindicaciones», según Valérie Niquet. China, por tanto, deberá hacer frente a la contestación política de los disidentes, pero la represión no hará más que aumentar las protestas de la comunidad internacional. El caso de Hu Jia, una de las voces más críticas contra el régimen de Pekín y el incumplimiento de los acuerdos en favor de los derechos humanos (condición impuesta para otorgarle los Juegos), amenaza con convertirse en otra gran polémica. El activista será juzgado en breve por «incitación a la subversión». El Parlamento Europeo, Estados Unidos y la Comisión Europea han intercedido ante las autoridades chinas en favor de Hu Jia, sin éxito por el momento. El Dalai Lama, líder espiritual de los budistas tibetanos, pidió este viernes a China en un comunicado que deje de usar la fuerza para reprimir las manifestaciones y se mostró «profundamente preocupado» por la situación. «Estas protestas son una manifestación del profundo resentimiento del pueblo tibetano ante el actual poder. Pido a los líderes chinos que paren de usar la fuerza», declaró el líder, de 72 años que desde su exilio instó a las autoridades al diálogo. El portavoz del Dalai desmintió las acusaciones chinas de que los incidentes fueron orquestados por su «camarilla». «Podemos decir categóricamente que esta clase de acusaciones son absolutamente infundadas», declaró Chhime R. Chhoekyapa, secretario del Dalai Lama. En Estados Unidos la Casa Blanca «lamentó» los episodios de violencia y reclamó a China que respete la cultura tibetana. También el embajador en Pekín pidió contención al gobierno chino, anunció el Departamento de Estado en Washington. Reunidos en Bruselas, los líderes europeos también instaron a las autoridades chinas a mostrar «moderación».