Mientras unos hablan de entrega de 105 agitadores otros contraponen detenciones masivas
Serias discrepancias entre el Ejecutivo chino y el Gobierno del Tíbet en el exilio
Las cifras reales de las manifestaciones y los lugares en los que se han producido centran la polémica
El Gobierno chino aseguró que libra una «lucha a muerte» en Tíbet y anunció la rendición de 105 agitadores en Lhasa, en tanto que los grupos de defensa de la causa tibetana denunciaban centenares de arrestos. «Libramos una lucha a muerte con la camarilla del Dalai Lama», proclamó Zhang Qingli, secretario del Partido Comunista de la Región Autónoma de Tíbet. Esta diatriba va en sentido contrario a los llamamientos que en los últimos días se multiplicaron en Occidente para que el Gobierno chino entable un diálogo con el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano y Premio Nobel de la Paz. En su discurso, pronunciado el martes, Zhang calificó al Dalai Lama de «lobo vestido de monje» y «monstruo con cara humana pero con corazón de animal», al tiempo que llamó a los responsables chinos a no bajar la guardia. Las autoridades prometieron la semana pasada un trato de clemencia para los manifestantes que se rindiesen antes de las 23:00 horas del martes. Según la agencia oficial Nueva China, 105 personas se entregaron antes del fin de ese plazo. El vicepresidente de la región tibetana, Baema Chilain, aseguró que todos ellos participaron en los motines y «algunos devolvieron el dinero que habían robado». Los disturbios en Lhasa, la capital regional, dejaron 13 muertos, de acuerdo con el número oficial de víctimas. Los tibetanos en el exilio hablan de 100 muertos e incluso de centenares de víctimas fatales, tanto en Tíbet como en otros enclaves tibetanos de China, donde también se celebraron manifestaciones. Grupos pro tibetanos denunciaron además centenares de arrestos en todas esas regiones. «Al parecer varios cientos de personas fueron arrestadas, tal vez miles» en el gran Tíbet, que incluye la Región Autónoma y zonas aledañas de la meseta tibetana, en la cordillera del Himalaya, dijo Lhadon Tethong, directora del movimiento Estudiantes por un Tíbet Libre. La organización no gubernamental estadounidense Human Rights Watch expresó su temor de que los detenidos sean «maltratados o torturados». Las autoridades chinas se abstuvieron hasta ahora de cualquier comentario sobre la cantidad de detenidos. China niega que las fuerzas de seguridad hayan reprimido con armas de fuego las manifestaciones del viernes pasado en Lhasa -caracterizadas por incendios y saqueos- y asegura que los muertos son víctimas «inocentes», asesinadas salvajemente por «agitadores tibetanos». En Dharamsala (norte de India), donde vive exiliado desde 1959, el Dalai Lama mantuvo el miércoles conversaciones con exiliados radicales tibetanos, después de haber amenazado el martes con renunciar a su función de líder espiritual si se agrava la violencia. El premio Nobel de la Paz, de 72 años, negó estar detrás de los disturbios, reiteró que sus reivindicaciones se limitaban a una mayor autonomía para los tibetanos -excluyendo la independencia- y pidió a sus fieles evitar actos de violencia, porque «la violencia es contraria a la naturaleza humana».