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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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LA AMPLITUD DE los combates y su extensión a Kut, Hilla y el mismo Bagdad (donde, además, hubo nutridas manifestaciones en sus feudos sellados a cal y canto) remiten a la pregunta de qué ocurrirá si mañana sábado, cuando concluye el ultimátum gubernamental, la milicia chií sadrista no se rinde. Entre el humo denso, las graves noticias en Basora (el jefe de Policía escapó de milagro a un intento de asesinato en el que murieron cuatro de sus escoltas y uno de los mayores oleoductos fue dinamitado) los observadores más agudos sugerían un misterio: quién, realmente, ordenó la arriesgada ofensiva. En efecto, en el escenario político interno, es insólito que la decisión la haya tomado un primer ministro tan débil como Nuri al-Maliki, por completo dependiente de la benevolencia de sus rivales chiíes del Consejo Supremo Islámico Iraquí y de la presencia de un liderazgo sunní reticente, pero que más o menos juega el juego y, por razones puramente prácticas, presta, contra una buena compensación económica, soldados auxiliares al US Army. Al mando militar norteamericano le complica mucho las cosas la posibilidad de que Moqtada al-Sadr dé por cancelado el alto el fuego que observa su milicia, el llamado 'Ejército del Mahdi', desde agosto pasado y que fue prorrogado en marzo por otros seis meses. Washington reconoce sin tapujos que la tregua es un factor clave en la baja de la violencia registrada en el último medio año. Se ha hecho notar, a este propósito, que portavoces militares americanos recordaran ayer en Bagdad que el gobierno iraquí no se ha lanzado contra la milicia chií, sino contra las bandas de criminales y la delincuencia organizada en Basora y todo el mundo ha visto el cuidado americano en no poner ni un soldado, ni un avión ni un tiro. ¿Asunto puramente interno, en tal caso? Tal vez porque, como indican a su vez en el ala política del sadrismo, se trata de intimidar y/o liquidar al sadrismo cara a las elecciones provinciales previstas para octubre tras la aprobación - ¡por fin! - de la ley al efecto el pasado mes de febrero. El siempre aplazado ajuste final de cuentas entre los clanes de la dinastía al-Hakim (Consejo Supremo) y de la familia al-Sadr y que esta última entendía evitar parece acercarse si no ha empezado ya. Y eso es, realmente, lo que está en juego.

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