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La participación de los 47 millones llamados a votar descendió cuatro puntos respecto al 2006

La mitad del censo va a las urnas en la primera jornada electoral italiana

El uso de teléfonos móviles en las cabinas, prohibido por la compra de votos, único incidente

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I. Domínguez - roma
León

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Más de 47 millones de italianos comenzaron a votar ayer en las elecciones generales y podrán hacerlo hoy hasta las tres de la tarde, hora del cierre de los colegios. En Italia se vota domingo y lunes. En realidad, esos 47 millones votan sólo para la Cámara de Diputados, pues para el Senado hay que haber cumplido 25 años, una de esas cosas raras italianas, y el censo se reduce a 43 millones. A las siete de la tarde de ayer había votado el 48,7%, frente al 52% de los últimos comicios de 2006. Es una ligera caída, tal como se preveía por el escepticismo y el cansancio del electorado, aunque queda la jornada de hoy. Ayer hubo colas en algunos colegios, debidas sobre todo a la complejidad del sistema. En Roma, por ejemplo, había cinco papeletas de enormes dimensiones, como sábanas, pues también hay elecciones municipales y provinciales. Ocurre lo mismo en dos regiones, ocho provincias y 426 municipios. Cada persona tardaba unos cinco minutos en votar, porque las papeletas son una selva de símbolos de partidos. Escenas pintorescas La jornada transcurrió sin muchos incidentes, salvo las escenas pintorescas habituales. La más graciosa, un señor de Sorrento de 41 años que rompió el voto y se lo comió ante la urna para protestar por el pésimo sistema electoral. Aunque no le falta razón, la Policía le impidió terminar el almuerzo. El resto de altercados estuvieron relacionados con los teléfonos móviles, prohibidos en las cabinas para evitar que se fotografíen las papeletas. La multa va de 300 a 1.000 euros. Es una medida contra la compra de votos, muy extendida en el sur a través de la mafia, pues con la foto el votante demuestra que ha cumplido lo pactado. Sin embargo, en contra del prejuicio generalizado, casi todos los casos descubiertos ayer fueron en el centro y norte del país. En Roma, dos personas, uno de ellos policía municipal, aunque no estaban fotografiando nada, simplemente les sonó el teléfono en la cabina. En Turín pillaron a una chica que rompió a llorar y dijo que era una apuesta con su hermano. Fue descubierta porque en un momento de silencio se oyó claramente el «clic». Único caso del sur, la presidenta de la región de Campania, Sandra Lonardo, esposa del célebre ministro Clemente Mastella y, como él, investigada por corrupción. Tuvo la mala suerte de que le sonó el teléfono. Pese al apuro, la Policía comprobó que su aparato no tenía cámara. Hoy, a partir de las tres, empieza la «noche» electoral, que puede durar varios días por la lentitud del escrutinio, como ocurrió en 2006. Si el resultado es ajustado, tampoco. Los italianos comenzaron a votar confiadamente, con la seguridad de que van a volver a defraudarles. Sólo un Gobierno fuerte, decente y capaz de tomar decisiones puede salvar a Italia. Que salga hoy es una posibilidad remota.