Diario de León

El líder opositor se impuso con un 40,8 % sobre la candidata oficialista, con el 30,8% de votos

Fernando Lugo acaba con 61 años de gobierno colorado en Paraguay El Vaticano guarda silencio

Con esta victoria de la izquierda en la zona del Mercosur no habrá ningún gobierno de derechas

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Paraguay amaneció ayer con el ex obispo izquierdista Fernando Lugo como flamante presidente electo, lo cual pone fin a 61 años de hegemonía del conservador Partido Colorado, del saliente Nicanor Duarte, que deberá entregar el mando el 15 de agosto. Tras la publicación del resultado final, los fuegos artificiales y los cláxones de los autos -que atronaban en Asunción desde los primeros sondeos a la salida de las urnas- se redoblaron y se mantuvieron hasta bien entrada la madrugada del lunes. Lugo ganó la elección paraguaya con un 40,8% de los votos, la oficialista Blanca Ovelar obtuvo un 30,8% y el general retirado Lino Oviedo un 22,0%, según el Tribunal Electoral. «Les pedimos que nunca nos dejen solos, la democracia la haremos juntos», instó Lugo a la multitud congregada en el centro de Asunción apenas conocida la victoria. «Que este pueblo sea conocido de ahora en adelante más por su honestidad y no por su corrupción», agregó. Por su parte, el presidente saliente Nicanor Duarte prometió colaborar con el ex obispo en el traspaso de poder. «A partir de este momento voy a colaborar para que el traspaso de poder se realice en un marco pacífico, de entendimiento y con espíritu de construcción», dijo «Quiero resaltar que por primera vez en la historia política de Paraguay se producirá un traspaso de un partido a otro sin derramamiento de sangre, sin golpe de estado, sin violencia», subrayó. Mercosur Cuando Lugo asuma el poder 15 de agosto, todos los países en la órbita del Mercado Común del Sur (Mercosur) pasarán a tener gobiernos de izquierda: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, más los países asociados, Chile y Bolivia, así como Venezuela, en proceso de integración. Casi 3 millon de paraguayos colmaron los centros de votación, pese a las dificultades de movilización, ya que las lluvias de los días previos afectaron a los caminos vecinales no asfaltados. El ex presidente colombiano Andrés Pastrana, que encabezó la misión de observación internacional IFES, afirmó poco antes del cierre de las mesas que hubo «una gran fiesta democrática». Sin embargo, la organización Transparencia Internacional denunció haber comprobado la compra de votos, reparto de dinero en locales de votación y la presencia de representantes del Partido Colorado en «situación intimidatoria». Carlos Pistilli, un votante de Lugo que participaba en los festejos, fue muy contundente: «Con la caída del Partido Colorado van a quedar sepultados los elefantes y dinosaurios stronistas (partidarios del dictador Alfredo Stroessner)». «A partir de ahora, el Paraguay va a mostrar otra imagen ante el mundo», subrayó. El presidente paraguayo, Nicanor Duarte, admitió su responsabilidad «histórica» en la derrota del Partido Colorado después de seis décadas de hegemonía en el poder «Yo asumiré mi responsabilidad histórica», declaró Duarte en rueda de prensa al destacar que por primera vez se producirá en su país un traspaso de un partido a otro El Vaticano no ha comentado, de momento, el triunfo del ex obispo católico Fernando Lugo en las elecciones presidenciales de Paraguay, precisaron fuentes oficiales vaticanas. En enero del pasado año el Vaticano suspendió »a divinis« a Lugo, quien había solicitado a su vez al Papa volver al estado laical, lo que el Pontífice rechazó, según una carta enviada por el prefecto de la Congregación para los Obispos, cardenal Giovanni Battista Re, y divulgada en Asunción por la nunciatura en aquellas fechas. En aquella carta, Re subrayó que »el episcopado es un servicio aceptado libremente para siempre«. Manifestó asimismo que la candidatura de un obispo sería motivo de confusión y de división entre los fieles, una ofensa al laicado y una 'clericalización' de la misión específica de los laicos y de la misma vida política» y que por ello la Santa Sede no veía la existencia de una «justa y razonable causa»

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