OPINIÓN
El arroz se nos indigesta
LO QUE DE VERDAD se nos está indigestando es el atracón de crecimiento que nos hemos dado en los últimos años. Ha provocado tal demanda de materias primas que ha hecho subir de manera considerable sus precios y ahora los colectivos más desprotegidos no pueden acceder a productos considerados de primera necesidad. En el caso de los productos alimenticios se ha hecho evidente el más que precario equilibrio del planeta. Si a la imparable inflación se le unen el cambio climático, algunos desastres naturales y la inoportuna apuesta por el biodiesel, nos encontramos con un explosivo escenario en el que la imposibilidad de comprar arroz, maíz o azúcar por su alto precio está provocando disturbios sociales. Y un hecho más que significativo: por vez primera se ha racionado la venta de algunos productos alimenticios de primera necesidad en algunos países desarrollados. Tal medida puede ser bien el preludio de un mundo en el que el agua, la energía y los productos alimenticios básicos ya no serán bienes de consumo ilimitado y estarán racionados. En cualquier caso, esta crisis alimenticia ha puesto en evidencia los efectos perversos en cualquier economía de la inflación y justifica el objetivo de algunos bancos centrales por tratar de controlarla en todo momento. La inflación ataca y afecta especialmente a las capas más desfavorecidas de la sociedad y puede llegar a tener un efecto demoledor y destructivo. Vietnam, uno de los grandes productores mundiales de arroz, no tiene problemas de abastecimiento, sino de precios, de inflación. Hay arroz en abundancia, especialmente tras su decisión de dejar de vender sus excedentes a otros países, pero ha subido tanto su precio que una parte importante de la población tiene dificultades para mantener las compras habituales de este producto. La subida en un 75% del precio de los pesticidas y el incremento de los precios del transporte, como consecuencia del alza del petróleo, explica en parte ese mayor encarecimiento del arroz. Para conocer la otra parte sería necesario preguntar a esos especuladores, que se mueven muy bien en mercados con una fuerte demanda. Está claro que el fuerte crecimiento económico experimentado en los últimos años le va a pasar ahora factura a algunos países en forma de dieta obligatoria para digerir tanto desmán y descontrol.