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Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ ARRIBAS
León

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LA COMUNIDAD internacional ha acogido con satisfacción la decisión del Gobierno chino de dialogar con el Dalai Lama, pero nadie se engaña sobre su verdadero objetivo: evitar las protestas y el boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín. Las reivindicaciones del líder espiritual se centran en el reconocimiento de la identidad religiosa y cultural de un Tibet con mayor autonomía. No hay reclamación de independencia. Desde los años 80 los seguidores del Dalia Lama renunciaron a esta posibilidad pero en las rondas de conversaciones que entablaron con los dirigentes comunistas entre los años 2002 y 2006 no lograron su objetivo de equipararse con Hong Kong con la fórmula: un país, dos sistemas. Pekín considera al Dalai Lama un separatista traidor y le acusa de instigar las protestas que en marzo sumieron en el caos a Lhasa, capital tibetana, y a otras ciudades. La represión china causó gran indignación en la opinión pública internacional y algunos dirigentes como el presidente francés, Nicolás Sarkozy, anunciaron que no asistirían a la ceremonia de inauguración de los Juegos de Pekín, el próximo 8 de agosto, como gesto de condena y protesta por la situación en Tibet. La presión de Estados Unidos y de la Unión Europea ha obligado al Gobierno chino a realizar el gesto de reanudar el diálogo con el Dalai Lama. Sarkozy ha anunciado que su presencia en Pekín depende del resultado de estas conversaciones porque es consciente de que la aparente cesión de Pekín es una cortina de humo que sirva para salvar la celebración de unos Juegos Olímpicos que representan un acontecimiento vital para el futuro del régimen comunista. El gigante chino ha gastado una fortuna para intentar mejorar su imagen y atenuar las fundadas acusaciones de falta de respeto a los derechos humanos. Los gobiernos occidentales miran hacia otro lado ante la vergüenza del régimen comunista con tal de hacer negocios muy rentables porque pesa más la capacidad adquisitiva y de consumo de 1.300 millones de chinos que los derechos humanos. China es la nueva superpotencia mundial. Su capacidad militar con armas nucleares tiene ahora en su desarrollo económico un elemento mucho más poderoso que condiciona, entre otras cosas, el precio del petróleo y de los alimentos. Vale, pero si China salva sus Juegos no debe ser políticamente gratis como la matanza de Tiananmen.