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Los militares se echan atrás y dejan de nuevo la ciudad en poder de los comandos chiítas

Hizbulá se retira de las calles después de que el Ejército enmendase a Siniora

Los muertos causados por los terroristas prosirios no han dejado de crecer en todo el país

Simpatizantes del movimiento Futuro, afín al gobierno libanés, saquearan la sede del partido Baath

Publicado por
Kathy Seleme - beirut
León

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El grupo chií Hizbulá retiró ayer a sus milicianos de las calles de Beirut, después de un día frenético en el que el Ejército frenó las medidas del Gobierno libanés que habían motivado que la oposición tomase la capital. Los acontecimientos se sucedieron a toda velocidad a lo largo de la jornada y dejaron un panorama mucho más alejado del fantasma de la guerra civil, pero que todavía presenta muchas incógnitas. Además, el número de muertos no dejó de crecer a lo largo de todo el día, principalmente en el norte del Líbano, donde 12 personas fallecieron en una refriega en la ciudad de Halba entre seguidores de la Corriente de Futuro, de la mayoría anti-siria, y del Partido Nacional Social Sirio. Efecto dominó Desde el pasado jueves han muerto al menos 35 personas en los choques y otras 113 han resultado heridas. Lo que había comenzado siendo una jornada de relativa calma en el Líbano derivó en un vertiginoso «efecto dominó» a raíz del discurso a la nación del primer ministro, Fuad Siniora. En su alocución, Siniora dejó en manos del Ejército la última palabra sobre la decisión de su Ejecutivo de desmantelar la red de telecomunicaciones de Hizbulá y de destituir al jefe de la seguridad del aeropuerto de Beirut, Wafic Chucair, algo que el grupo chií había considerado como «una declaración de guerra». Poco después, el mando militar, encabezado por el general Michel Sleiman, emitió un comunicado en el que anunciaba que frenaba la aplicación de las resoluciones del Gobierno hasta haber investigado los hechos en profundidad. De inmediato, Hizbulá y sus aliados chiíes de Amal decidieron retirar a sus milicianos de las calles y dejar el control de las calles y carreteras del Líbano, muchas de ellas todavía cortadas, a las Fuerzas Armadas libanesas. La decisión del Ejército, aunque no por completo, parece satisfacer al líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, que exigió al Gobierno que revocase las dos medidas para acabar con la rebelión.

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