Diario de León

Al menos 59 personas han muerto desde el inicio de las escaramuzas el pasado 7 de mayo

Continúan los combates en Líbano sin que se logre una salida política a la crisis

La mayoría parlamentaria en el poder no negociará con Hezbolá bajo la amenaza de las armas

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colpisa/afp | beirut

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Líbano fue escenario ayer de nuevos combates entre partidarios del Gobierno y de la oposición. Las refriegas se saldaron en el norte del país con al menos un muerto y cuatro heridos, en un clima de tensión persistente al que no se le adivina una salida. Los combates, en los que se recurrió a armamento pesado, estallaron en la gran ciudad portuaria de Trípoli y obligaron al ejército a retirarse de nuevo tras haberlo hecho ya la víspera. Los enfrentamientos se convirtieron en esporádicos al final del día, pero la presencia de hombres armados seguía siendo numerosa, principalmente en Tebbaneh, el barrio suní del norte de Trípoli, que es un hervidero islamista. El ejército trataba de recuperar el control del sector, donde persistían los disparos de francotiradores y armas automáticas. El domingo, Trípoli, una ciudad de mayoría suní, ya fue escenario de combates entre partidarios de la mayoría parlamentaria, aliada de Occidente, y milicianos alauitas, una escisión del chiísmo que en este caso es próxima a Hezbolá, la organización más importante de la oposición libanesa que cuenta con el apoyo de Damasco y Teherán. «No estamos con nadie. Defendemos nuestro territorio. Queremos que el ejército nos proteja, no queremos que los alauitas se acerquen», explicó un hombre con el rostro oculto en una calle de Tebbaneh. Un hombre murió por culpa de una bala perdida y cuatro personas resultaron heridas en estos combates, según los servicios de seguridad, que establecieron el saldo de la ola de violencia que estalló el 7 de mayo en 59 muertos y cerca de 200 heridos. En este contexto, la mayoría parlamentaria en el poder reiteró que no negociará con Hezbolá bajo la amenaza de las armas. Mientras el ejército libanés empezaba el sábado su despliegue en todo el país, la oposición anunció que retiraba a sus milicianos de las calles pero advertía que mantendría su movimiento de «desobediencia civil», que se ha traducido en el bloqueo de varias carreteras, entre ellas la que conecta el aeropuerto de Beirut a la capital, de gran valor estratégico. «Queremos un compromiso solemne de (el líder de Hezbolá) Hasan Nasrala ante la opinión pública, los países árabes e incluso Irán, de que no usará sus armas contra los libaneses», dijo este lunes el ex presidente Amin Gemayel, uno de los líderes de la mayoría parlamentaria. Si los dirigentes de la oposición «quieren dialogar, no es necesario que usen sus armas con el objetivo de cambiar los equilibrios de fuerzas», agregó. Petición de paz Aunque el ejército había anunciado que «toda persona armada será detenida», un portavoz militar dijo que el tema de los controles de carretera a manos de milicianos «es político, relacionado con el movimiento de desobediencia civil iniciado por la oposición». La persistencia de estos retenes en la carretera principal que lleva a la frontera siria, en el este del país, indigna a las autoridades locales de varios municipios lindantes. Los primeros combates entre los partidarios del poder y la oposición estallaron el 7 de mayo y fueron la culminación de una huelga general apoyada por los segundos. Fueron los combates más sangrientos vividos en Líbano desde el fin de la guerra civil (1975-90) y se extendieron a los barrios occidentales y del sudeste de Beirut, así como a Trípoli. Esta violencia es el último episodio de los 18 meses de parálisis de las instituciones políticas en Líbano, en las que la oposición exige una mayor participación. En este contexto, el secretario general de la Liga Árabe, Amer Musa, llegará mañana a Beirut encabezando una delegación que se reunirá con los dirigentes libaneses para dar con una salida a la crisis. La Liga pidió el domingo el fin de la violencia, un gesto saludado ayer por la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice.

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