OPINIÓN
Irak, dinero y política
CONDOLEEZZA RICE afirmó en Estocolmo lo mejor que se ha oído en la conferencia de apoyo al Irak: «los iraquíes no necesitan grandes sumas de dinero; necesitan proyectos técnicos, apoyo sincero y respaldo político de sus vecinos». La situación en Bagdad, en efecto, es curiosa: el Gobierno, que tiene ingresos sin precedentes, pide que se cancele la gran deuda externa del país, casi en su totalidad compuesta por el dinero debido a Arabia Saudí, Kuwait, Qatar y los emiratos . Cuando Saddam Hussein era su socio -y el agente oficioso de los norteamericanos- en los ochenta contra el Irán jomeinista y chií. Y otra buena parte es lo que Kuwai recibe - ya desde los tiempos del severo embargo comercial al régimen iraquí - tras ser liberado de la ocupación ordenada por el mismo Saddam en 1990. El primer asunto es bilateral, entre los países concernidos, pero el segundo es parte del 'corpus' de resoluciones de la ONU tras la derrota de Saddam en la primera guerra del Golfo. Nuri al-Maliki, el primer ministro, sabe que técnicamente el suyo es uno de los pocos Gobiernos con gran superávit, del orden de 70.000 millones de dólares, derivados de la vuelta a una gran exportación de petróleo, con las inversiones en curso en la red de bombeo y la fuerte mejora en la seguridad del transporte (hace muchos meses que no se vuela un solo oleoducto). Todo esto, tan paradójico, es el fondo de lo que dijo la secretaria de Estado, que sabe que el asunto clave no es de dinero, entre otras cosas porque Washington financia el enorme esfuerzo militar y policial y, por tanto, el contribuyente americano es el pagano. Lo que quiere es que, de una vez, los árabes suníes, 'se mojen' con la apertura de embajadas en Bagdad, pero ninguno lo hace, el enviado egipcio fue asesinado en su día y la promesa saudí no ha pasado de eso. Kuwait estudia ahora comprar un edificio en Bagdad y abrir por fin una representación pero lo hará en la 'zona verde', esa especie de fortaleza donde están no solo las embajadas, sino las sedes del gobierno, el parlamento y la presidencia de la República. Con todo, como sentenció el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, mucho más complaciente con Washington sobre Iraq que su predecesor Kofi Annan, los tangibles progresos en seguridad, política y economía permiten esperar días mejores.