OPINIÓN
Misterios irlandeses
TODO EL MUNDO reconoce en la República de Irlanda que los fondos estructurales y de cohesión llegados por miles de millones de euros desde la UE son la clave del gran éxito económico y social del país, pero eso no significa que se desee permanecer en la Unión. El referéndum de ayer, que empieza a contar los votos este viernes por la manía nacional de dejar 'reposar' las urnas una noche, como en las legislativas, ha puesto en tensión a una Europa que no se siente capaz de rehacer el consenso en pro del Tratado de Lisboa, el texto 'simplificado' con el que, mal que bien, se superó la crisis institucional del proyecto común europeo. Se esperaba, con todo, un apretado triunfo del sí porque los numerosos indecisos (del orden del 35%) parecían ligeramente más inclinados a aprobar de una vez el Tratado y evitar una crisis que daría a Irlanda la reputación de un desagradecido 'pepito grillo' en el dificultoso camino de la normalización institucional en Europa. Los oponentes, no obstante, dicen no oponerse a la Unión como tal, sino a 'esta' UE y el inesperado líder del 'no', el riquísimo industrial de las telecomunicaciones Declan Ganley, se decía dispuesto a recomenzar el 'duro trabajo' para hacer «otra Europa en la que Irlanda pueda ser un socio más fuerte y más escuchado». Los irlandeses aprecian mucho su neutralidad, que se expresó en su incomparecencia en las guerra europeas del siglo XX y en su no pertenencia a la OTAN, pero tras dos décadas de leal cooperación con los socios de la Unión, de haber recibido sus fondos con éxito (hasta superar la renta 'per cápita' del detestado vecino inglés) y de no sentirse presionados podrían finalmente concluir que se puede mantener un cierto estatus - como Suecia o Austria, por otra parte - sin problemas. En Irlanda, en fin, se confirma lo sucedido en otras latitudes, en las que no se ha corrido el riesgo de un referéndum: el Parlamento en bloque - con la sola excepción del Sinn Fein, con cinco escaños de un total de 166 - favorece el sí, pero la gente no marcha con el mismo entusiasmo, a tenor de la p¿rrica asistencia a las urnas a lo largo delñ día de ayer. Tal es, tal vez, la metáfora plástica que resume mejor que cualquier comentario lo que sucede en la vieja isla de los celtas.