En 2 años, todos los estados miembros tendrán que haberla incorporado a sus ordenamientos
La Eurocámara aprueba la directiva de repatriación de los «sinpapeles»
El «no» del socialismo europeo, salvo tres excepciones, no fue seguido por los socialistas españoles
Tal y como era previsible, el Parlamento europeo decidió este miércoles no plantar cara a los acuerdos de los Gobiernos europeos contra la inmigración ilegal, consciente, de que la mayor parte de la opinión pública europea no le iba a apoyar probablemente en esta batalla, y dio su visto bueno en primera lectura a la directiva de retorno para el tratamiento de la inmigración ilegal por una muy amplia mayoría. Se trata de un tema mayor, que ha provocado reacciones adversas en diversos entornos, tanto de izquierda como de derecha, identificados unos y otros con los problemas de los ilegales. No era, sólo, la bandera de una cierta progresía sino de infinidad de pequeñas comunidades de apoyo que ayudan a los ilegales a integrarse en nuestras sociedades, desde posiciones ideológicas o religiosas muy distantes. La Eurocámara no dudó: 369 votos a favor y 197 en contra, con 106 abstenciones, avalaron el acuerdo logrado por los ministros de Interior y Justicia de la UE con una representación restringida del Parlamento el pasado día 5, después de varios meses de transacciones en el seno del Comité de Representantes Permanentes, Coreper. A favor de la Directiva de Retorno votó la mayor parte de los populares y los conservadores de la Eurocámara, principal formación política de la institución por número de escaños. Los socialistas, que le siguen como segundo grupo, votaron divididos: los españoles se declararon a favor de la propuesta con tres excepciones: los votos en contra de Josep Borrell y Raimon Obiols y la abstención de Martí Grau. También se abstuvo el eurodiputado del PNV, Josu Ortuondo, que se encuentra adscrito actualmente al grupo de los liberales, después del periplo del PNV por el PPE, primero, y los Verdes después. Socialistas españoles Los socialistas españoles desatendieron la disciplina de voto del PSE (Partido Socialista Europeo), que pedía el «no», significando con ello el giro de 180 grados que ha dado el Gobierno de Rodríguez Zapatero en cuestiones de inmigración. Javier Moreno (PSE), que forma parte de la Comisión de Libertades de la Eurocámara, y que la víspera había reclamado una suavización de la Directiva, terminó votando a favor después de que quedara descartada cualquier posibilidad de incorporar enmiendas al proyecto legal. Su argumento fue que la directiva crea un marco jurídico armonizado que permitirá crear una política común para la inmigración en la UE. Se trata, este, de un objetivo estratégico del Gobierno. La mayoría parlamentaria favorable a la Directiva logró evitar la inclusión de enmiendas al texto, que hubieran forzado un nuevo debate en el Consejo provocando retrasos en la aprobación de la directiva que la presidencia eslovena de la UE cifraba la víspera en tres años. La Comisión europea reaccionó al acuerdo por boca de su vicepresidente, Jacques Barrot. Tras tomar nota de la decisión parlamentaria, Barrot manifestó que «los Estados miembros gestionaban de manera muy diferente hasta ahora las decisiones y los procedimientos de repatriación, lo que podía atentar contra la dignidad de las personas. Un marco jurídico (común) era, por lo tanto, indispensable. El texto aprobado ofrece ciertas garantías comunes para la puesta en aplicación de medidas de alejamiento (expulsión de ilegales), permitiendo al tiempo a los Estados miembros el mantenimiento o la puesta a punto de regímenes más protectores ( ) El voto del Parlamento parca una primera etapa en el camino que la Unión europea debe recorrer para dotarse de medios efectivos con los que gestionar de manera concertada, solidaria y humana la inmigración ilegal». La Unión Europea volverá a debatir hoy sobre sus relaciones con Cuba durante una cena de ministros de Exteriores en la que, al menos, Suecia y la República Checa podrían vetar la supresión de las sanciones diplomáticas a la isla. «Estamos cerca de un acuerdo, pero también seguimos dispuestos a bloquear la negociación», aseguró un portavoz checo que recordó que cualquier decisión deberá tomarse por unanimidad de los Veintisiete. También está en el aire la posición de Alemania, que irrumpió en la discusión el pasado lunes cuando la canciller, Angela Merkel, sorprendió incluso a su ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, al ordenarle por teléfono que pidiera retrasar la decisión del Consejo que se celebró en Luxemburgo. En medios diplomáticos se señalan las diferencias ideológicas en el seno de la coalición de gobierno alemana -de democristianos y socialdemócratas- como razón probable de este movimiento. Además, según fuentes diplomáticas consultadas por Efe, «otros países podrían dar sorpresas de última hora» y apartarse de la posición mayoritaria, encabezada por España, que aboga por acabar con la política de castigo impuesta en 2003 tras el encarcelamiento de 75 disidentes en La Habana.