| Crónica | Balance de un aniversario |
Todo menos popular
El 86% de los ciudadanos en Reino Unido acusan a su primer ministro Godon Brown, con motivo de su primer año al frente del Gobierno, de ser el responsable de la incertidumbre económica
Ha pasado sólo un año, pero parece un siglo. Los últimos doce meses han sido los más difíciles para la carrera política del primer ministro británico Gordon Brown. Se le ve cansado, desgastado, dicen que no podrá aguantar el tirón y se teme que pase a la historia como «Brown el breve». En las encuestas lo tiene complicado. Según un sondeo publicado en The Guardian, sólo cuenta con el apoyo del 25% del electorado, frente a un 45% que votaría al partido conservador de celebrarse ahora las próximas elecciones legislativas, previstas para 2010. Tras asumir el cargo de primer ministro, los sondeos en los primeros meses de mandato impulsaban al alza la popularidad de Brown. Había respondido bien, con firmeza, ante los atentados terroristas fallidos en Londres y Glasgow y también había afrontado con brío los problemas causados por las inundaciones y los brotes de fiebre aftosa el pasado verano. Un Brown exultante soñó con convocar elecciones anticipadas y ganarlas con amplia ventaja, para reforzar su mandato. Las semanas de especulaciones sobre esta posibilidad se zanjaron con un repliegue cabizbajo por parte del primer ministro. Las encuestas habían empezado a no ser tan esperanzadores y el premier no quiso arriesgarse a tirarse a la piscina. Una retirada a tiempo, que no obstante dañó severamente la imagen de Brown. Ante la opinión pública quedó retratado como un político indeciso, débil. Y a partir de entonces empezó el camino del calvario para el premier. Despropósito tras despropósito, su popularidad se ha ido viendo cada vez más mellada. Pero sin duda, el yugo que más oprime en estos momentos a Brown es el contexto actual de desaceleración económica. La subida del precio del petróleo ha provocado un fuerte encarecimiento de la factura del gas y la electricidad, que ha venido acompañado con el aumento de los precios de los alimentos. La inflación se acerca al 4%, el doble de lo previsto. Las protestas no se han hecho esperar. A pesar de la dimensión global de la crisis, los británicos culpan a Gordon Brown de no ser capaz de remar en aguas turbulentas. Una paradoja del destino para Brown, que precisamente había ganado su prestigio como gestor al frente de la cartera de Hacienda, durante los diez años del mandato de Tony Blair, quien lo calificó como el mejor «mejor ministro de Hacienda británico de los últimos 100 años». Con un partido laborista debilitado, incluso entre los simpatizantes laboristas, que pronostican un pronto final para Brown en el poder. Algunos incluso se atreven a afirmar que ni siquiera llegará a las elecciones legislativas de 2010.