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Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ ARRIBAS
León

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RESULTA patético confirmar que los sátrapas del mundo sólo tienen que resistir un poco, que pase la ola de las declaraciones políticas y de las supuestas sanciones de Naciones Unidas, para salirse con la suya y mantenerse en el poder con el apoyo inconfesable de cómplices culpables. La lucha contra la injusticia pasa a nuevas manos porque Nelson Mandela cumple 90 años y las fuerzas ya no acompañan a este ejemplo mundial de comportamiento ético y político. La gran pregunta que asaltó a todos los que disfrutamos con el homenaje musical en Londres es: ¿dónde están esas nuevas manos? Sobre todo porque el sucesor de Mandela en la presidencia de Sudáfrica, Thabo Mbeki, es el principal soporte del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, quien ha obligado a votar, a punta de bayoneta, a numerosos ciudadanos opositores. La secretaria de Estado norteamericana, Condolezza Rice, ha anunciado que se está trabajando en Naciones Unidas para lanzar un mensaje contundente al gobierno de Zimbabue. ¿Qué significa un mensaje contundente? Más sanciones económicas y comerciales que se sumen a las que ya aplica Washington. Pero la realidad de estas medidas es que las restricciones afectan directamente a los pueblos pero no a los gobernantes. Hay muchos ejemplos sobre su ineficacia política y el enorme daño a los ciudadanos de a pie para su vida diaria. Hay una lucha de intereses occidentales en África. Estados Unidos y Francia empiezan a hacer las paces después de años de enfrentamiento, no por la guerra en Irak, sino por el desplazamiento de las empresas galas de la República Democrática del Congo, el antiguo Zaire. Estamos en 2008 y el dictador sigue campando a sus anchas, masacrando a la oposición y celebrando las elecciones a pesar de todas las advertencias internacionales. Esa es la realidad. Se repite la historia, como en Birmania, donde las sanciones son insuficientes y es necesaria una intervención internacional.

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