OPINIÓN
Órdago ruso
LOS PORTAVOCES rusos contestan a todas las críticas del presidente norteamericano con un «y tú más». Cuando Bush habla de que el acoso y la intimidación no pueden utilizarse en la diplomacia del siglo XXI, Moscú recuerda la intervención en Irak o la instalación de un escudo antimisiles en Polonia y Chequia. Cuando se plantea el respeto a la integridad territorial de un estado soberano como Georgia, los rusos reaccionan inmediatamente con la independencia de Kosovo impuesta por Washington. Vladimir Putin ha aprovechado la oportunidad que ingenuamente le ha brindado el presidente georgiano, Saakashvili, con su ataque contra Osetia del Sur para hacer una desmesurada demostración de fuerza. La cuestión es que el órdago ruso no va de farol. Tiene buenas cartas después de unos años duros tras la caída del régimen soviético, cuando el dipsómano Yeltsin permitió que las mafias usurparan el poder y su dependencia económica y política de Occidente era absoluta. Con Putin todo ha cambiado. Sus métodos dictatoriales le han permitido recuperar el control de las estructuras del Estado y con los ingresos del petróleo ha pagado la deuda, ha reanudado la carrera de modernización de armamentos y ha recuperado el orgullo de superpotencia que ahora reivindica por la fuerza. Una vez más, los europeos tenemos las de perder. Francia se anotó el tanto de un alto el fuego inicial que después ha tenido que imponer EE.UU. Georgia lo asume a regañadientes porque abre paso a la independencia de Osetia del Sur y Abjasia; mientras Rusia no sabe, no contesta por el momento, mientras logra poco a poco sus objetivos militares y políticos. Todos se apresuran a decir que la guerra fría terminó hace años pero éste resfriado se parece bastante, aunque se evite mencionar las armas nucleares. La partida que se está jugando, con Georgia como sufrido escenario, alcanza trascendencia mundial porque detrás de la desproporcionada intervención militar rusa se encuentra el control de buena parte de la comercialización de las reservas de hidrocarburos del mar Caspio, una de las mayores del planeta. Otro jugador como Irán también busca un buen descarte con su programa nuclear. Con su órdago, Putin pretende situar a Rusia como actor principal de la escena internacional y despojarse de la tutela norteamericana. La tensión está servida.