Diario de León
Publicado por
ANDRÉS MONTERO GÓMEZ
León

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HACE RELATIVAMENTE poco tiempo, la OMS alertaba del aumento de suicidios y depresiones entre jóvenes en el mundo desarrollado. Ningún país está libre de adolescentes que llegan a conductas terminales de asesinatos o suicidios ampliados, en los que antes de autoinfligirse la solución final el suicida acaba violentamente con la vida de otras personas. El imaginario colectivo cree que los asesinatos en masa por jóvenes sólo pueden ocurrir en escuelas de los EE.UU., pero la cultura norteamericana está completamente globalizada. Si no nos hubieran dicho que quien se hacía denominar Mr. Saari en Internet era finlandés, por su modo de operar ayer le habríamos endosado perfectamente la nacionalidad estadounidense. Mr. Saari ha reproducido un patrón de comportamiento ya globalizado. Por supuesto, ni la globalización ni la Prensa ni mucho menos los EE.UU. son responsables de ese comportamiento, pero el aumento de suicidios y depresiones en jóvenes, así como determinadas pautas de conducta que se enquistan son el producto de lo que entre todos estamos construyendo. Los nuestros son los colectivos humanos menos violentos de la Historia. Lo que ocurre es que asistimos a expresiones infrecuentes pero muy extremas de violencia y que nuestra tolerancia es muy baja, afortunadamente. Mr. Saari tenía como referentes vitales los ordenadores, las armas, el sexo, la cerveza y las películas de terror. Probablemente cumplía el perfil de este tipo de suicidas-homicidas a la perfección. Estos jóvenes solitarios suelen tener una adolescencia extendida; dan apariencia de conducta extravagante; son poco gregarios; se sienten y se manifiestan como incomprendidos; si las tienen, sus amistades se reducen a una persona; tienen pobre comunicación intrafamiliar y quizás han sido maltratados; o fracasan en la escuela o aprueban, pero están muy contenidos socialmente; y sienten fascinación por algún espectro de cultura 'underground'. Casi siempre muestran señales evidentes que nos podrían hacer anticipar un comportamiento desviado o violento en ellos. Un suicida-homicida ampliado ha vivido antes su fantasía repetidas veces y ha manifestado intenciones o deseos, aunque fueran indirectos. Alrededor no se han tomado esas señales en serio o se han atribuido a la extravagancia del personaje. Hasta que matan. Entonces nos preguntamos cómo ha podido ocurrir en Finlandia.

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