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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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Es curioso que, con ocho de diez norteamericanos pidiendo una fulminante acción financiera que alivie sus inquietudes y blinde sus ahorros, el Partido Republicano se negara en la noche del jueves a aprobar el plan oficial, elaborado por el Tesoro y respaldado categórica y solemnemente por el presidente Bush. Es especulativo decir que lo sucedido en la insólita reunión de la Casa Blanca, con los senadores Obama y McCain presentes, tiene algo que ver con la campaña electoral, porque los dos candidatos habían hecho saber en un comunicado conjunto su voluntad de dejar el asunto al margen de consideraciones políticas. Pero algún legislador demócrata dijo de madrugada que el rescate financiero parecía el rescate electoral de McCain. Si esto no es así se podría concluir que el cambio de humor y de previsiones (eran los demócratas quienes estaban más reticentes sobre todo porque pedían más controles públicos del empleo del dinero y límites a los beneficios de los ejecutivos a cargo) tiene algo que ver con una cuestión de principio, porque el liberalismo económico estricto de muchos republicanos es incompatible con la mano del gobierno, aunque sea el suyo, en los negocios. De hecho, algunos ultras republicanos de los medios económicos habían dicho que la operación en marcha recordaba al socialismo soviético, algo que tal vez preocupa poco a los ciudadanos que quieren verse a salvo de la ruina. Esta irrupción de la ideología en un debate que se pretendía sólo técnico llama la atención e ilustra en este registro las diferencias profundas que separan la práctica política norteamericana de la europea. McCain se encontró al llegar al Senado con ideas de su partido pretendidamente útiles para él como candidato y su gente redactó y difundió un comunicado con un hallazgo verbal de resonancia populista y batalladora (cómo él quiere ser percibido): «el plan es peor para la Main Street (la calle o, literalmente «calle mayor») que para Wall Street» (el barrio de la bolsa y los negocios en Nueva York) pero también supo que su decisión de posponer el debate del viernes con Obama en Mississippi era juzgada como un error. Así, empezó a corregir el tiro apenas concluido lo que el sobrio The New York Times llamó «un día de caos». De madrugada se mostró confiado en alcanzar un acuerdo y también que esperaba poder acudir al debate con Obama. El guión casi al completo.