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| Crónica | Sin un duro en el bolsillo |

Argentina, sin cambio

El déficit de monedas en el país andino ha originado un mercado negro en el que usuarios de transporte público y pequeños comerciantes pagan un sobreprecio por cambiar los billetes

Una empleada cuenta monedas en un puesto de la estación de trenes de Retiro, en Buenos Aires

Publicado por
Hernán Di Bello - buenos aires
León

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Como si no fueran suficientes los contratiempos que sufren por la recurrente falta de monedas en circulación, los argentinos ahora deben formar largas filas en puestos habilitados exclusivamente para cambiar billetes por metálico si quieren conseguir «suelto» para el transporte público. El déficit de monedas no es ninguna novedad en Argentina y ha dado origen a un mercado negro en el que usuarios de transportes públicos o pequeños comerciantes pagan un sobreprecio que oscila entre el 3 y el 10 por ciento de los billetes que pretenden cambiar por monedas. El problema se agudizó después de que la Justicia se incautase de 118 tambores que contenían unos 7 millones de pesos (2,1 millones de dólares, 1,5 millones de euros) en metálico en poder de una transportadora de caudales denunciada ante la Justicia por acopio de monedas. Para aliviar la situación, el Banco Central ha puesto en circulación 23 millones de monedas a través de la banca pública y ha habilitado puestos de cambio de billetes por metálico en las tres terminales de ferrocarriles que conectan a Buenos Aires con su populoso cinturón urbano. Un nuevo servicio En la estación de Retiro, cabecera de la línea ferroviaria que surca el norte de la periferia de la ciudad, se cambian 20 pesos (poco más de 6 dólares, 8 euros) de monedas por persona y «no para de venir gente durante las siete horas diarias en las que se atiende al público», comentó a Efe una fuente de la concesionaria del servicio. Del otro lado de la ventanilla, una pasajera sonríe con resignación mientras considera que «entre no encontrar monedas por ninguna parte y esperar un rato acá para cambiar, la cosa mejoró un poco». Entre los cientos de personas que hacen fila detrás de la mujer, algunos se quejan pero otros recuerdan que el pasado fin de semana la situación fue peor, pues las monedas prácticamente brillaron por su ausencia. «No sé qué es peor, si el remedio o la enfermedad», dijo a Efe Clarisa, quien después de más de media hora de espera recibió monedas suficientes para viajar en transporte público de casa al trabajo «al menos durante una semana». Pero al irritado hombre de traje y corbata que la antecede en la fila el hecho de «tener que esperar hasta una hora para conseguir cambio es tan indignante como cuando no había» ningún lugar donde cambiar billetes por metálico. La transportadora de caudales Maco quedó en el centro de una polémica la pasada semana al ser acusada desde el Ministerio de Justicia de acopiar las monedas que debía distribuir a empresas.

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