La Cumbre Iberoamericana rechaza que la ONU aborde la crisis

La XVIII Cumbre Iberoamericana de El Salvador renunció a que Naciones Unidas convoque una reunión con todos los países miembros para abordar la crisis financiera mundial. Venezuela puso sobre la mesa esta fórmula, que superaría en consenso a los encuentros del G-8, del G-20 y de la Unión Europea, pero no encontró el eco suficiente. La declaración final del cónclave se limita a defender la conveniencia de «realizar consultas para evaluar la oportunidad de convocar» una reunión de jefes de Estado y de Gobierno «en el marco de Naciones Unidas» ante la gravedad de la crisis. El silencio de España España prefirió guardar silencio sobre la iniciativa venezolana para no romper el clima de consenso de la cita en la capital centroamericana, pero fuentes gubernamentales señalaron que no compartían la propuesta. Al final, en la redacción final del «Comunicado especial de la comunidad iberoamericana sobre la coyuntura económica mundial» se recoge de forma genérica el planteamiento del Gobierno de Hugo Chávez, pero muy diluido y sin compromisos concretos. El texto, por lo demás, recuerda «la responsabilidad del sistema financiero de los países desarrollados en la actual crisis» y reclama que la comunidad iberoamericana «participe activamente» en la respuesta mundial a la grave situación económica. La XVIII Cumbre Iberoamericana aprobó además la Declaración de San Salvador que recoge 41 acuerdos que tocan los aspectos más variados, aunque un buen número se refiere al impulso de las políticas de juventud, eje central de la reunión. El documento fija el calendario de las próximas citas de la comunidad iberoamericana.