Berlusconi y Sarkozy pedirán en la próxima cumbre de la UE proteger a la industria europea
Italia y Francia firman un acuerdo oficial para producir energía nuclear
Acuerdan la construcción conjunta de cuatro centrales de tercera generación en Italia
roma
Como figuraba en su programa electoral y repitió el pasado mes de mayo al comenzar su legislatura, Silvio Berlusconi quiere volver a abrir centrales nucleares en Italia. Ayer dio otro paso concreto en esta dirección de la mano de Nicolas Sarkozy, en la cumbre que ambos celebraron en Roma.
Francia, líder nuclear en Europa con 59 centrales y que está apostando por las nuevas plantas de tercera generación, colaborará con su tecnología en la construcción de cuatro complejos en Italia.
EDF y Enel, actual propietaria de Endesa, han firmado un acuerdo industrial a largo plazo, que también incluye la apertura de otras cinco centrales en Francia. La más inmediata es el segundo reactor de esta nueva generación en Penly, Normandía. De este modo, Francia e Italia, con gobiernos de derecha, pretenden imponer en la agenda de la UE la energía nuclear. «Queremos que se convierta en una cuestión europea, porque es la clave del desarrollo», dijo expresamente Sarkozy, que ofreció a Berlusconi una «alianza ilimitada» en este campo.
Que Italia abra centrales nucleares no es tanta noticia como el hecho de que todavía no las tenga, un dato que suele sorprender. Es el único país de Europa sin ellas, una más de sus peculiaridades. Y no las tiene porque en 1987, al año siguiente del accidente de Chernobyl, un referéndum decidió el cierre de las tres plantas que había. Berlusconi, por tanto, se está saltando la voluntad popular, aunque han pasado 22 años, y también el procedimiento legislativo, porque la ley que dará vía libre a la energía nuclear está todavía atascada en el Parlamento
No obstante, su mayoría absoluta debería aprobarla sin problemas. Lo que no se sabe es cuándo, dados los tiempos faraónicos de la política italiana.
Las centrales de tercera generación, llamadas EPR (siglas de reactores europeos de agua presurizada), son el último paso en la tecnología del sector. Ofrecen una mayor seguridad, según sus defensores, aunque no resuelve el problema de las escorias, y las primeras se están construyendo en Finlandia (Olkiluoto), Francia (Flamanville) y China (Taishan). Las organizaciones ecologistas las critican igualmente.
Berlusconi acogerá así una vieja aspiración de la clase industrial y empresarial italiana, que consideró el referéndum de 1987 un frenazo al desarrollo económico.
Si finalmente afronta la cuestión en esta legislatura elegir la ubicación de cuatro plantas será uno de los próximos dramas de Berlusconi, que no ha tomado una sola decisión impopular en su vida, pese a tener los únicos Ejecutivos con mayoría absoluta sólida desde la posguerra