OPINIÓN | JOSÉ A. HERCE
Divisoria imaginaria
LA CUMBRE del G-20 ampliado ha terminado bastante mejor de lo que vaticinaban las controversias previas. En realidad, ha terminado como debía terminar. Las desavenencias esgrimidas en los prolegómenos por algunos de los protagonistas (que no por todos) parecen ahora meras tácticas para alcanzar notoriedad, pues no parece que hayan sido instrumentales en el resultado final. No es cierto que EE.UU. tuviese como único interés convencer a los europeos de que aplicasen planes de estímulo similares al suyo.
También tenía un interés, claramente expresado en sus actuaciones domésticas, en reformar la regulación financiera. Obama ha jugado inteligentemente sus cartas, dejando que Sarkozy y Merkel gritasen «que viene el lobo» para luego conciliar sin reservas los intereses comunes. A pesar de haber mostrado un perfil aparentemente bajo, en realidad ha despertado el entusiasmo de sus pares en la reunión de Londres.
La cumbre nos deja compromisos fuertes sobre el papel en multitud de temas de la máxima relevancia, como son el formidable reforzamiento de los recursos del Fondo Monetario Internacional; el nuevo Consejo de Estabilidad Financiera, sucesor del Foro de Estabilidad Financiera; la finalización de la ronda de Doha, necesaria como agua de mayo para evitar el rebrote del proteccionismo y estimular el comercio mundial; o la reforma de la regulación financiera internacional, con provisiones sobre el pago a los ejecutivos de las entidades financieras, el control de las agencias de calificación y las casas de auditoría, la gestión de los -˜activos tóxicos-™ y la eliminación de los paraísos fiscales.
La declaración de la cumbre contiene tantas alusiones -”parece que más que bienintencionadas, pues hay plazos, instituciones y recursos relevantes asignados-” a los compromisos del Milenio, la lucha contra la pobreza, el medio ambiente y la suerte de los trabajadores y los hogares en esta crisis que cabe preguntarse para qué se han manifestado los antisistema en Londres.
Las Bolsas han subido como reacción a la declaración, y es posible que lo sigan haciendo hasta que se digieran los resultados y se verifique la anuencia de los dirigentes reunidos de regreso a sus países. Los inversores están ávidos de buenas noticias o, al menos, de noticias buenas. Y ésta lo es. Lo mejor de todo es que la divisoria que nos habían planteado los europeos hace unos días ha resultado ser imaginaria.