Estados Unidos va muy por detrás de Europa o China en la alta velocidad
Obama se apoya en el tren para redefinir la forma de viajar en EE.UU.
El presidente norteamericano pone como ejemplos de la vanguardia a España y Francia
colpisa | nueva york
El ferrocarril no es exactamente un producto genuinamente americano pero sin él sería imposible entender algunos de los momentos épicos del imperio, como la expansión hacia la costa oeste durante el siglo XIX o las grandes migraciones desde sur del país hacia los núcleos industriales de Chicago o Detroit durante las primeras décadas del siglo pasado. Y sin embargo fue precisamente el boom del automóvil nacido en Detroit y la masiva construcción de autopistas en la década de 1950, lo que contribuyó al progresivo arrinconamiento del tren de pasajeros hasta convertirlo en un servicio de comunicaciones testimonial para la mayoría de los estadounidenses.
Tras esto, ha llegado la crisis, acompañada de Obama y sus botes salvavidas para evitar el hundimiento de la economía. Aunque la parte del león de los planes de rescate se usa para mantener a flote a las entidades financieras responsables de la quiebra, el Gobierno federal se acuerda de Roosevelt y sus recetas para combatir la Gran Depresión y reserva 49.000 millones de euros para el desarrollo de infraestructuras. Un dinero a repartir entre los 50 estados de la unión que servirá sobre todo para reparar puentes y autopistas, pero también para poner en órbita un proyecto decididamente innovador anunciado forma solemne por el presidente: el lanzamiento a gran escala del tren de alta velocidad mediante la creación de 10 corredores que servirían para unir 56 ciudades importantes en todo el país, toda una revolución, de llevarse a cabo. «No se trata de ninguna visión extravagante del futuro», alertó Obama a sus compatriotas. «El problema es que está ocurriendo en otras partes, no en nuestro país». Para dar una idea del alcance de la propuesta, el líder norteamericano puso a España y Francia como ejemplos de la vanguardia del trasporte por ferrocarril e hizo una lectura ambiciosa sobre los profundos cambios que podrían venir con el despliegue de la alta velocidad.