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Peter Viggers se vio obligado ayer a anunciar su dimisión como político

Nuevo caso en el escándalo de gastos de diputados británicos

Un diputado conservador facturó cerca de 1.700 euros al contribuyente por una casa para patos

Publicado por
Íñigo Gurruchaga
León

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londres

La cadena de revelaciones embarazosas sobre las cosas que los parlamentarios británicos han cargado al contribuyente, como parte de la subvención de gastos para su segunda vivienda, sigue avanzando por capítulos y uno de los diputados afectados ya ha señalado cual es el nuevo ritual del Parlamento. Antes, dijo sir Anthony Sheen, algunos parlamentarios se metían en su despacho entre las cuatro y las cinco porque era la hora en la que el primer ministro podía llamarles.

Ahora, según Sheen, se meten a la misma hora porque en ese minutaje los editores de tarde del Daily Telegraph pueden llamar a los diputados para hablar sobre sus facturas.

Las de sir Peter Viggers, diputado por Gosport, cumplían todas las reglas. Lo decía él en su página web, en una anotación de su diario en la que contaba sus muchas actividades y como él, además de cumplir las reglas con sus gastos, había escrito a la comisión independiente que propondrá una reforma de las reglas dándoles algunas ideas. Ayer, anunció su dimisión. Se la pidió David Cameron, que dijo que era un asunto que daba ganas de reír si no fuera por la rabia. Sir Peter Viggers, piloto de aviones supersónicos, financiero, abogado, diputado desde 1974, facturó cerca de 1.700 euros al contribuyente por una casita flotante para patos en el estanque de su jardín.

Dentista

El jardín de Viggers ha costado a la Hacienda Pública unos 35.000 euros, y al diputado, que hace sólo unos días proponía en una carta al Financial Times las medidas correctas para salir de la crisis bancaria, su carrera política.

No se presentará a las elecciones y se perderá el tiempo que se promete de hegemonía tory. En cuanto a Sheen, que se quejaba de las nuevas rutinas horarias de los parlamentarios y se indignaba por el supuesto oscurantismo del juicio popular que se ha desplegado sobre la conducta de los diputados, también él ha anunciado su renuncia a ser reelegido.

Había cargado mucho dinero para el cuidado de los quinientos árboles en su jardín. Decía que las reglas incluían gastos de jardinería, que su casa provoca la envidia de la gente y que era «este horrible Gobierno», el laborista, el que tiene la culpa de todo, por introducir la ley de Libertad de Información que finalmente ha provocado esta transparencia sobre los gastos cargados por los parlamentarios.

Otro sir conservador, Paul Beresford, tenía ayer problemas, porque cargaba los intereses de la hipoteca de una casa en la que tiene su consulta de dentista, que atiende tres días de la semana.

Hay viceministros laboristas en apuros, también el lord que es jefe ejecutivo del partido Liberal-Demócrata. Y se prevé que la saga continúe.

En las últimas semanas han sido ya varios los casos que se han ido sumando al escándalo de los gastos desorbitados de diputados británicos, que han puesto a Gordon Brown contra las cuerdas.

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