Cerrar

Los «blairistas» se agitan contra Brown tras la dimisión de Blears

A la lista de bajas en el Gabinete se suma la dimisión de la ministra de Comunidades

La ministra laborista de Comunidades Hazel Blears.

Publicado por
| londres
León

Creado:

Actualizado:

Lo llaman el «invernadero» de Westminster porque en el palacio parlamentario, en la ribera del Támesis, conviven cotidianamente políticos, periodistas, funcionarios, en una atmósfera que produce calenturas artificiales y dramas que no crecerían al aire libre.

El día de este miércoles fue fértil en el «invernadero». Por la mañana, la ministra de Comunidades y Administraciones Municipales, Hazel Blears, anunció su dimisión inmediata. Es decir, que la ministra de ayuntamientos había elegido para dimitir, entre todos los días del calendario, la víspera de las elecciones municipales parciales que, junto a las europeas, se celebran hoy en Reino Unido.

Si la víspera nadie sabía a ciencia cierta si las renuncias a seguir de la ministra de Interior, Jacqui Smith, de otros cargos menores del Gobierno y de algunos diputados, eran parte de la gestión del primer ministro, Gordon Brown, para dar digno relevo a aliados dañados en la saga de gastos antes de la remodelación ministerial que seguirá a los desastrosos resultados electorales, lo de Blears, en la mañana de ayer, no ofrecía dudas.

Blears nunca ha sido simpatizante del actual primer ministro y su carrera política ha estado más vinculada a los seguidores entusiastas de Tony Blair, pero en los últimos días tenía motivos adicionales para planear un público desplante a Brown.

La saga de los gastos la arrolló. Sus facturas a la oficina parlamentaria demuestran que registraba una vivienda para obtener la máxima subvención al préstamo hipotecario y luego registraba otra con la Hacienda para evitar el pago del impuesto sobre el Patrimonio, que sólo se paga por viviendas secundarias. En fin, que la menuda y pelirroja abogada compró a cargo del contribuyente dos televisores de cerca de mil euros.

1397124194 Podredumbre. Brown forzado en aquellos días a imponer cierta autoridad moral en un sistema que revelaba síntomas de podredumbre declaró que la conducta de su ministra había sido inaceptable. Blears devolvió parte del dinero, dejándose fotografiar mientras blandía el cheque de unos 15.000 euros.

Sabedora de que el primer ministro la iba a echar del Gabinete, se plantó ayer. Cuando un ministro dimite, escribe una carta al jefe de Gobierno, que le responde. Ambas cartas se publican y el contenido y las maneras suelen revelar si entre uno y otro había armonía, si el ministro se resigna fácil al abandono,... La carta de Blears no contenía siquiera el habitual elogio al liderazgo del primer ministro. Era un portazo y un gesto de desprecio.

Por la tarde, ya se decía que una carta recorre los escaños buscando las ochenta firmas que hacen falta parta pedir una elección de nuevo líder. Que habría ya cincuenta firmas. Es decir, que un partido hundido en los sondeos y que ha cambiado ya una vez de líder desde las últimas elecciones tendría ahora que organizar un guirigay electoral interno para desbancar a Brown y elegir a otro antes de las elecciones. Es absurdo. Blears, algunos blairistas y los eternos disconformes se agitan, pero la posición de Brown es firme: nadie la quiere.